Seamos previsores. Empecemos a
preparar el síndrome postvacacional de este año, no vaya a ser que llegue
septiembre y nos pille sin los deberes hechos. En una semana tenemos que estar
en condiciones de encender la tele y cumplir con todos los síntomas que según
los magacines matinales identifican el síndrome postvacacional. Nerviosismo,
ansiedad y ese totum revolutum que dicen
que nos tiene que pasar por volver a la rutina. Y si nos tiene que pasar, nos pasará. No vaya
a ser que salga el tema tomando el café en el curro y vayamos a ser nosotros
los únicos panolis que estemos tan tranquilos que parezca que nuestras
vacaciones fueron peores que las de los demás.
Aprendamos de la previsora Mariló Montero. La señora ha invertido
100 euros en su futuro en una jugada maestra. Ya no trabaja en “La mañana” de
La 1 y necesita curro. En 2013 participó en una campaña para promover la
seguridad vial y estaría bien que se volvieran a acordar de ella. Pero los
traidores excompañeros de la revista “Corazón TVE” la sacaron en portada yendo
en moto sin casco (¡aplasta tanto el peinado!). Ni corta ni perezosa, fue a la
poli, se denunció a sí misma, pagó la multa con lo que se estaba ahorrando de
peluquería, y asunto resuelto. Si con esto no le sale un curro en la tele, por
lo menos la llamará la DGT para una campaña en la que se explique lo
reconfortante que es ponerse multas y pagarlas.
Nosotros podemos ser tan previsores
como Mariló, y con menos gasto aun. Parecida a la operación biquini, la
operación síndrome postvacacional nos impone una estricta dieta audiovisual en
la que desterraremos la tele veraniega de nuestras vidas y la sustituiremos por
verano de verdad, terrazas, paseos y realidad auténticamente interactiva en
3-D. Cuando en septiembre volvamos a la rutina, encendamos la tele de nuevo y
comprobemos que el dinosaurio todavía está ahí, notaremos, felices, cómo la
depresión postvacacional nos queda perfecta, ajustadita como un guante, mejor
que el biquini después de la operación biquini.
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