El escritor soviético Vasili
Grossman, autor de la desgarradora novela “Vida y destino”, decía que no creía
en el bien, sino en la bondad, la bondad de un hombre con otro hombre, una
bondad sin testigos, pequeña, sin grandes teorías. Una bondad insensata, más
allá del bien religioso y social. Si Grossman tiene razón y la bondad no tiene
nada que ver con la retransmisión de la bondad, ni con la unión entre bondad y
la más extrema frivolidad al ofrecer un vulgar espectáculo televisivo, ni con utilizar
la excusa de recaudar fondos para un hospital infantil de Los Ángeles y así poder
lucir cuerpos operados y vestidos absurdos, entonces las mujeres de “Mujeres
ricas de Beverly Hills” (TEN) no son buenas. Puede que la bondad con testigos
de estas mujeres ricas, esa bondad grande en dólares, con mucha teoría
empalagosa y tan pegada a sus intereses sociales como un sello pegado a un
sobre sea una bondad sensata. Pero no es bondad.
¿Qué hace la actriz Jamie Lee
Curtis compartiendo tontería y bondad sensata con esas mujeres ricas de Beverly
Hills? ¿Y por qué los fondos necesarios para que un hospital infantil de Los
Ángeles pueda seguir con su labor dependen de que Lee Curtis actúe como
pregonera de un ridículo desfile de moda en el que participan mujeres ricas,
sus hijas ricas y sus amigas ricas? Qué pobres son estos ricos. Parece que los
estadounidenses no confían en el Estado para asegurar que un hospital infantil
pueda funcionar como debe, así que recurren a las donaciones públicas y
televisadas de unas mujeres de Beverly Hills y a desfiles de moda que tienen
tanto que ver con los intereses de los niños enfermos como el consumo de
Coca-Cola con la felicidad. “Mujeres ricas de Beverly Hills” trata sobre la
vida de siete mujeres elegantes y adineradas de este barrio de Los Ángeles, y
esa vida es tan triste que necesita ser tan televisada como su bondad. Lo único
interesante del episodio dedicado a explicar por qué las mujeres ricas a veces
también lloran de pena por los niños enfermos fue la pregunta que planteó Lee
Curtis: “¿Por qué las modelos parecen tristes?”. La respuesta a esa pregunta
merece un estudio financiado por las buenas y sensatas mujeres ricas de Beverly
Hills gracias al dinero recaudado en un desfile de moda en el que participe
Jamie Lee Curtis. Qué mundo.
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