Mary Beard, a quien los viejos
dioses griegos bendigan, y John Henderson escriben en su imprescindible
introducción al mundo clásico que los estudios sobre la antigua Grecia y la
antigua Roma pueden implicar sentarse en una biblioteca y leer a Pausanias o
irse a revolver en un vertedero de la Antigüedad, y que ambas actividades son
esenciales. La “Descripción de Grecia” de Pausanias no es menos importante que
un trozo de cerámica, y el tiempo que Indiana Jones pasa en la biblioteca de su
universidad no es menos importante que el tiempo que emplea en buscar el Arca
de la alianza. El mismo doctor Jones dice a sus alumnos en “Indiana Jones y la
última cruzada” que la arqueología busca el hecho, no la verdad, y que si lo
que les interesa es la verdad, la clase de Filosofía está en el pasillo del
fondo. Del mismo modo, podríamos decir que el cine histórico busca entretener,
y que si a los espectadores lo que les interesa son los hechos o la verdad, deben
recurrir a Pausanias, a los vertederos y al pasillo del fondo.
El pasado jueves, TCM programó la
película “Espartaco” y La 2 emitió “Juana la loca… de vez en cuando”. Por
supuesto, no podemos comparar a Stanley Kubrick con José Ramón Larraz ni a Kirk
Douglas con Lola Flores, pero ni la película que nos habla de la libertad, de
la dignidad y de la amistad con la excusa de un Espartaco imaginado por el
guionista Dalton Trumbo que adaptó una novela de Howard Fast ni, por supuesto,
la comedieta gruesa inspirada lejanísimamente en Juana la Loca buscan los
hechos ni la verdad, sino entretener. Es tan ridículo enfadarse con Trumbo por
idealizar a Espartaco como mosquearse con Juan José Alonso Millán por
presentarnos a una Isabel republicana. No es para tanto. Los que estén
interesados en los hechos de Espartaco y de Juana la Loca pueden sentarse en
una biblioteca, y los que pretendan alcanzar la verdad de una revuelta de
esclavos que puso en jaque a Roma y de una mujer que acostumbramos a etiquetar
como “loca de amor” pueden darse una vuelta por el pasillo del fondo. Pero un
jueves de agosto, qué quieren que les diga. El Espartaco de Kubrick me sigue conmoviendo
y la sonrisa de mi madre cuando me explica quién fue Lola Flores me alegra la
noche.
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