En un capítulo de la serie “Big
Bang”, Sheldon Cooper se ve en el compromiso de ir al teatro con Leonard y Amy
para asistir a la representación de una obra protagonizada por Penny. Sheldon,
obligado por Leonard, deja en casa antes de salir un montón de aparatos que
llevaba escondidos en la ropa con los que pensaba combatir el aburrimiento que
le esperaba en el teatro, pero su desolación deja paso a la alegría cuando se
entera de que la obra en la que interviene Penny es “Un tranvía llamado deseo”.
Y es que Sheldon, que aunque a veces se presenta como “filósofo” no es precisamente
un amante de las humanidades pero sí de los trenes, no conoce la obra de
Tennessee Williams y cree que “Un tranvía llamado deseo” va de… tranvías.
El pasado sábado, coincidieron en
la parrilla televisiva la reposición de los primeros episodios de tres series
estupendas: “Los pilares de la Tierra”, “Masters of Sex” y “Perdidos”, tres
maneras de emplear el tiempo antes de sentarse delante del televisor para ver
jugar a Nadal contra Del Potro en los Juegos Olímpicos e intentar entender cómo
es posible que este hombre siga en pie después de tantísimos partidos en tan
poco tiempo. Bien. Podríamos imitar a Sheldon cuando dice que “Un tranvía llamado
deseo” va de trenes, o seguir el mismo curso de lectura rápida que hizo Woody
Allen y que le permitió leer “Guerra y paz” en veinte minutos y concluir que la
novela de Tolstoi va de Rusia, de modo que si un amigo nos pregunta de qué van
estas series, diríamos que “Los pilares de la Tierra” va de la construcción de
una catedral en el siglo XII, “Masters of Sex” va de la sexualidad humana, y
“Perdidos” va de lo que les pasa a los supervivientes de un accidente aéreo.
Pero no. Ni los trenes, ni Rusia, ni una catedral, ni el sexo, ni un accidente
aéreo hacen justicia a una obra de teatro, una novela y tres series de
televisión que forman parte de la mejor cultura popular. El método Cooper-Allen
sólo funciona con productos horribles como “Sálvame”, “First Dates”, “Vergüenza
ajena” o con todo lo que hagan o digan personas humanas como las Kardashian. Hagan
la prueba. Por eso el fútbol no va de veintidós tipos en pantalón corto
persiguiendo un balón, y por eso “Gran Hermano” va de Mercedes Milá.
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