El estreno de “Buscando a Dory”
ha sido la excusa perfecta para que algunas cadenas televisivas programen otras
grandes películas que surgieron del descomunal talento de los chicos de Pixar.
No sé ustedes, pero yo he aprovechado la ocasión para volver a ver “Buscando a
Nemo”, “Monstruos S. A.”, “Cars” y “WALL-E” y he cambiado de opinión: ya no me
parecen geniales y divertidísimas, sino obras maestras absolutas y una prueba
de que el ser humano merece seguir en este planeta mientras produzca poetas
como Homero y creadores como John Lasseter. Es más, sostengo que
“Ratatouille” es tan buena que incluso es capaz de hacer que nos olvidemos de
todos esos programas de cocina que han ocupado las parrillas televisivas con la
misma táctica que utiliza la canción del verano para colarse en nuestras
cabezas. Después de “Ratatouille”, creo que podría soportar cinco minutos las
tonterías de “MasterChef” sin arañarme para arriba. Pero no pienso comprobarlo.
La propuesta que lanzo al mundo
desde este artículo es la siguiente: que los guionistas de maravillas como
“Buscando a Nemo” o “WALL-E” sean tan candidatos al Premio Nobel de Literatura
como Leonard Cohen o Paul Auster y que, de paso, el Premio
Nobel de Economía se integre en el de Literatura porque los economistas no son
científicos sociales, sino novelistas renovadores del terror y de la
ciencia-ficción. Ya puestos, y como muestra del máximo respeto que me merece la
decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea, propongo que el Museo
Británico devuelva a Grecia los mármoles del Partenón expoliados por Lord Elgin. Sí, ya sé que esta última
propuesta no tiene nada que ver con los guionistas de Pixar ni con los Premios
Nobel, pero temo que la reina de Inglaterra encargue a Pixar una película de
animación protagonizada por los fragmentos del friso del Partenón encarcelados
en el Museo Británico y termine convenciéndonos de que en realidad el cielo de
Atenas no es tan importante para los viejos mármoles griegos. Si “Ratatouille”
puede reconciliarnos con la cocina, no sería raro que “Partenouille” nos
reconciliara con el imperialismo británico. Pero no. Seguro que los chicos de
Pixar pasan de Isabel II y de
“Partenouille” y prefieren rodar “Buscando a Fidias”, una película de animación
en la que la procesión de las Panateneas vuelve a casa dejando atrás el pequeño
cielo de Londres y, ay, el cielo de Estocolmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario