La historiadora británica Mary Beard ha obtenido el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, así que el mundo clásico está de enhorabuena y el clásico mundo de los debates acerca de la conveniencia o no de premiar a tal o cual y de si los Premios están cerca de cometer con Gustavo Bueno y la filosofía el mismo error que los Oscar cometieron con Alfred Hitchcock y el cine pasan a la reserva. Tendremos a Mary Beard en España, puede que la autora del monumental ensayo “SPQR” dé una conferencia en el Campus de Humanidades de la Universidad de Oviedo y hasta sería posible que la mujer que firmó “La herencia viva de los clásicos” pasara por el IES “Doña Jimena” para celebrar los 50 años de vida del instituto gijonés. ¿A qué espera TVE para hacer lo que tenga que hacer con tal de programar las series documentales que Mary Beard escribió y presentó para la BBC? La fortuna sonríe a los osados. ¿Por qué no programar las series “Meet the Romans” o “Pompeya” el mismo día y a la misma hora en que Bertín Osborne entrevista a no sé quién en no sé qué cadena?
Algunos dirán que saber cosas de
la antigua Roma no sirve de nada, que la antigüedad clásica está muerta y que
el latín es un latazo que sólo sirve para que Julio César haga buenos chistes
en las aventuras de Astérix y Obélix. Algunos dirán, como se atribuye al torero
El Gallo cuando se enteró de que Ortega y Gasset era un filósofo, que “tié q´haber
gente pa´tó”, así que tiene que haber filósofos, poetas y hasta historiadores
del mundo clásico. Algunos dirán que premiar a una mujer que ha hecho un
estudio sobre la risa en la antigua Roma es una broma de mal gusto en un mundo
en el que cada vez es más difícil reír. Algunos dirán que menos latín y más
gimnasia, menos cultura clásica y más formación para emprendedores, menos
pasado y más futuro. Bueno. El gran Lewis Mumford se asombraba de la supuesta
relación entre el bienestar y el número de bañeras, coches y otros productos
análogos, y no entendía esa sombra de reproche sobre todos los intereses y
ocupaciones no materiales de la humanidad. Un médico no tiene preocupaciones
metafísicas, decía Buda; pero un médico, un vendedor de bañeras, un emprendedor
o un desempleado de larga duración sin demasiados motivos para sonreír podrían
ver los documentales de Mary Beard sobre la antigua Roma y entender algo de lo
que somos o, sin más, pasar un rato con los viejos romanos que será mucho más
divertido que pasar la noche con Bertín. ¡Ah! ¿Que usted prefiere a Bertín
antes que a Mary Beard? Bueno, hay gente pa´tó. Ya lo decía El Gallo.
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