En el último capítulo de la segunda temporada de “El ministerio del tiempo”, Felipe II acuerda con Amelia una muerte sin dolor porque el rey sabía que sus últimos días transcurrirían entre grandes dolores y oliendo su propia podredumbre. Diez años después, Amelia aparece en el lecho de muerte del rey, que tiene miedo, duda de la existencia de Dios y desliza una sutil reflexión acerca de la caducidad de las cosas: “He sido el hombre más poderoso del mundo y aquí me tenéis, pudriéndome en vida”. Felipe II comprende un poco tarde una lección que todos deberíamos tener bien aprendida desde que marcamos el primer gol en el colegio o abrimos un regalo de Reyes. “Sic transit gloria mundi”. Así pasa la gloria del mundo. Amelia le pide el rey que piense en el día más feliz de su vida y, así, el soberano de un imperio en el que no se ponía el sol muere feliz recordando a su madre y el momento en que supo que un día sería rey. Muere sin dolor y sin oler su propia podredumbre. Pero si Amelia ayudó a Felipe II a morir bien, cometió un delito. En España, el suicidio asistido y la eutanasia activa son ilegales.
La muerte de Felipe II en “El
ministerio del tiempo” se parece a la muerte de Sol Roth en la película “Cuando
el destino nos alcance” (TCM). Sol sabe la terrible verdad que se esconde
detrás del “Soylent Green” y decide que la muerte es la salida más digna, así
que acude a “El hogar”, un lugar donde se practica la eutanasia de forma amable
y el cliente puede pasar sus últimos minutos viendo imágenes de la naturaleza
antes de que el ser humano la destruyera y, como en el caso de Sol, escuchando
la maravillosa música de Grieg y Beethoven. A falta de una institución como “El
hogar”, Amelia tiene que tomar una decisión para ayudar a Felipe II que podría
llevar a la agente del ministerio a la cárcel. No sé si la “ministérica” muerte
de Felipe II es un guiño a cómo debería ser el final de la serie, pero desde
luego podría ser una buena excusa para que los partidos políticos explicaran a
los ciudadanos su posición respecto a la eutanasia y el suicidio asistido. La
derecha, que siempre camina a trompicones por la historia, no está dispuesta a
legalizar la cooperación en el suicidio. Felipe II no votaría al Partido
Popular. Sic transit gloria mundi.
La importancia de las palabras de la madre no es que Felipe sería rey, sino que sería mejor rey que su padre, Carlos I de España.
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