1. España vota a la derecha y lo ve en cadenas de izquierda. El pasado domingo el Partido Popular ganó claramente las elecciones generales y la Sexta ganó claramente la guerra de audiencias entre los informativos de las diferentes cadenas sobre las elecciones generales. Si el PP es la opción mayoritaria entre los electores nacionales, ¿por qué no es La 1 la opción mayoritaria entre los espectadores nacionales? Si el filoizquierdoso “Al rojo vivo” vence en la Sexta contra las más derechistas La 1 o Antena 3, ¿por qué oh por qué las urnas dan la vuelta a esta tendencia y nos prometen cuatro años más de la peor televisión pública y los informativos más manipulados de la historia catódica al oeste de los Urales? Una de dos: o la televisión que no que no que no nos representa, o entre la audiencia de Ferreras en la noche del domingo había un punto de regodeo, una miahita de crueldad deleitándose en los esfuerzos de tanto contertulio progre intentando mantener la compostura ante Eduardo Inda. Mala cosa cualquiera de las dos.
2. Llevo décadas queriendo decirlo: señores contertulios, “los españoles” no son un individuo con las características del voto grupal de veinte millones de individuos. Estos “los españoles” de los que no paran de hablar hoy no existen más que como artefacto estadístico. Si diez millones de españoles votan fanáticamente por la opción A con la esperanza de que aplaste a la opción B, y otros diez millones de españoles votan fanáticamente por la opción B con la esperanza de que aplaste a la opción A, no se puede resumir la situación diciendo “los españoles han votado con equilibrio y moderación, y lanzan a las opciones A y B el mensaje de que deben ponerse de acuerdo”. Este error consiste en pensar que el perfil resultante de una elección grupal es el que describe también individualmente a la mayoría de los electores. Nada más falso. Se conoce esta falacia como “la falacia de William James” en honor al psicólogo que la planteó entre el siglo XIX y el XX. Si hubiera que ponerle nombre en honor al contertulio que más la utiliza se podría llamar “la falacia de Paco Marhuenda”. Pero no queda igual.
Usemos entonces el nombre que se le dio en aquel número de Capitán América: la falacia de Frank Marhuender
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