Venga, venga, rapidito. Vamos a
felicitar urgentemente a TVE por su nuevo programa “Poder canijo” para que
nazca con bien. “Poder canijo” es un programa estupendo, tiene un planteamiento
maravilloso y persigue un objetivo loable (Vaya. He ahí el poder de los
monólogos televisivos: ¿hay alguien que, tras leer “loable”, no haya pensado
automáticamente en el “lo hable quien lo
hable” de Luis Piedrahita?). Lo
único que le falta a “Poder canijo” para ser perfecto es realizarse, emitirse, existir.
Pues ánimo, a ello.
Hay programas en TVE que a priori
no son ni buenos ni malos. Será después de su emisión y rodaje cuando podremos
saber si son buenos (es el caso de una serie como “El ministerio del tiempo”) o
malos (es el caso de un magacín como “La mañana” de Mariló Montero). Hay otros que antes de ser emitidos ya son buenos
o malos. Ya era malo “En la tuya o en la mía” antes de su estreno, sabiendo que
iba a ser un frívolo programa de entrevistas en el que el periodista
cualificado sería sustituido por un señorito campechano como Bertín Osborne intentando hacer de la
necesidad virtud, y las entrevistas serían sustituidas por unos compadreos de
vergüenza ajena. Del mismo modo, ya es bueno “Poder canijo” antes de su
estreno, sabiendo que va a ser un programa familiar en el que los padres podrán
ver en la tele junto a sus hijos cómo unos señores no compiten a ver quiénes
son los mejores haciendo algo tan importante para su futuro como cocinar un
“León come gamba”, sino quiénes son los profes mejores y más innovadores en su
trabajo. ¿Se gasta el Estado una pasta en ofrecer a sus ciudadanos un costoso y
beneficioso sistema educativo? Bienvenido sea un programa en el que la tele
pública y los servicios públicos que nos damos entre todos coinciden buscando
lo mismo.
Ahora solo hace falta que “Poder
canijo” se realice y se remate como se merece una buena idea y como nos
merecemos quienes lo pagamos. Ah, y puestos a pedir, que vuelva ya “Órbita
Laika”. Un buen programa echado a perder por culpa de algún listo que ha
decidido dejarlo morir.
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