¿Eres un señorito con un morro
que se lo pisa que confunde la irresponsabilidad con la espontaneidad pero tú
prefieres decir que eres un tipo campechano al que le gusta llamar al pan, pan
y al vino, vino? De acuerdo, señor Bertín
Osborne, adelante. Eso sí, anda con cuidado porque la Plataforma Quien
Contamina Paga defiende la implantación un nuevo impuesto audiovisual: “Quien
contamina, paga”. Ya no trabajas para una tele pública, así que allá Telecinco
si le mola contratar a quien primero dice “Hitler sería mi entrevista soñada.
Saber lo que tiene un tío como ese en la cabeza debe de ser surrealista”, y
después rechaza entrevistar a Nicolás
Maduro diciendo: “Bueno, es que a
sinvergüenzas y delincuentes procuro no tenerlos cerca, y entrevistarles, menos”.
Pero ahora, por tu culpa, cientos de profesores de Historia, Valores Éticos y
Filosofía tendrán que trabajar el doble para arreglar el daño que has hecho
vertiendo al medio ambiente y social tan tóxica palabrería. Recoger esa
contaminación social y reciclarla tiene un precio que debe costear quien causa
el daño. A pagar.
¿Eres Íker Jiménez y te pasas el Principio de inercia y el conocimiento
racional y científico por el arco de triunfo porque así tu jefe y tú ganáis
dinero fácil? Vale, pero cientos de profesores de ciencias tendrán que deshacer
el entuerto enseñando ciencia en un medio contaminado por tus sofismas y
engaños. ¿Quién paga? Quien primero ensució.
Ya solo falta establecer un
mercado de emisiones de basura audiovisual que regule los costes del derecho a
contaminar. Esto permitirá que sean las propias empresas y agentes contaminantes
quienes comprando y vendiendo derechos de emisión seguirán llenándolo todo de
mierda, sí, pero por lo menos no lo harán como ahora, que les sale gratis.
Cuando la Plataforma Quien Contamina Paga tenga éxito, al menos nos quedará el
consuelo de que quien contamine, pague.
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