Si viajamos a Grecia para ver el
hermoso templo de Apolo en Basas pero lo hacemos con la imagen en la cabeza del
romántico cuadro pintado por Edward Lear, corremos el riesgo de creer que nos
hemos equivocado de templo. Lear, que vio el templo con sus propios ojos en su
viaje a Grecia, pintó el cuadro en Inglaterra tomando como modelo la campiña
inglesa, de modo que las rocas y árboles que aparecen en primer plano fueron
pintados al natural en la zona rural de Leicesterhire. Como apuntan los
helenistas Mary Beard y John Henderson, Lear insertó en los recuerdos de su
viaje a Grecia el paisaje de su propio país, de forma que su cuadro “El templo
de Apolo en Basas” no se limitaba a ser una copia del original que había
contemplado, sino que era también una imagen del campo inglés.
No debemos olvidar el cuadro que
Lear dedicó al templo de Basas cuando reflexionamos sobre nuestra percepción
del mundo clásico y cuando vemos en los telediarios las imágenes del encendido
de la antorcha olímpica que viajará hasta el estadio olímpico de Río de
Janeiro. La sacerdotisa que enciende la llama es una actriz, las ruinas del
templo de Hera en Olimpia no se corresponden con su grandeza y función
original, en los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia no había una llama que
ardía en un pebetero durante las competiciones, la llama olímpica ardió por
primera ver en los Juegos Olímpicos de Amsterdam de 1928 y la ceremonia de
encendido de la llama y su posterior traslado a la ciudad que acoge los Juegos
Olímpicos no tiene relación con el mundo clásico porque fue una idea que se les
ocurrió a los organizadores de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, pocos
años antes de que Hitler se cagara y meara en Grecia y sus soldados izaran la bandera
nazi en la Acrópolis. La imagen que los telediarios ofrecen del templo de Hera
en Olimpia está inevitablemente adornada con rocas y árboles de nuestros
campos, de forma que las columnas rotas del templo y las esbeltas sacerdotisas
que se mueven entre las ruinas como si los viejos dioses griegos las estuvieran
observando son el resultado de nuestras expectativas sobre el mundo griego y la
realidad de unos Juegos Olímpicos que nada tienen que ver con la reunión
panhelénica que cada cuatro años, desde el año 776 a . C. hasta finales del siglo
IV d. C, convocaba a los mejores atletas del mundo griego, que viajaban a Olimpia
para competir en diversas categorías. El templo de Apolo de Edward Lear es
Grecia y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro también son Grecia, pero ni ese
templo está en Basas ni los Juegos Olímpicos están en Olimpia.
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