Ya no son los recuerdos de
infancia de Carlos Alcántara Fernández
cuando era Carlitos, son los recuerdos de infancia, juventud, madurez o vejez
de los telespectadores españoles viendo en la tele cómo recordaba Carlos
Alcántara Fernández su infancia como Carlitos. Ya no son las vivencias de Antonio y Merche peleando por sacar adelante a su familia en el barrio de San
Genaro, son las vivencias de todos nosotros viendo en la tele a Antonio y
Merche pelear por sacar adelante a su familia en el barrio de San Genaro. Ese
es el éxito de “Cuéntame cómo pasó”.
Ya no es la lejana España de
finales de los sesenta, del éxodo del campo a la ciudad, de Sagrillas a Madrid,
del boom demográfico, del desarrollismo, de la muerte de Franco, de la transición, de la Movida, de los ochenta. Es la
España de 2001 hasta ahora viendo en la tele cómo era la lejana España de
finales de los sesenta mientras llegaba la telerrealidad a la pantalla de al
lado, del éxodo del campo a la ciudad mientras Mercedes Milá presentaba un “Gran hermano” tras otro, de Sagrillas
a Madrid con “Ana y los siete” correteando al lado, del boom demográfico con Javier Sardá pasando al reverso
tenebroso en “Crónicas marcianas”, del desarrollismo mientras José Luis Moreno convertía la noche de
los sábados en una pesadilla, de la muerte de Franco mientras “Aquí hay tomate”
abría las puertas del infierno, de la transición con “Sálvame” atravesándolas,
de la Movida con la llegada de la TDT, de los ochenta mientras las fronteras
entre la tele y la red se van desdibujando. Ese es el problema de “Cuéntame
cómo pasó”.
Tras tantos años, ¿qué pasa con
los actores?, ¿qué problemas hay en el equipo?, ¿por qué se van los que se van
y cambian los que cambian?, ¿cansancio, enfrentamientos, malos rollos? Es
posible que la trama de la serie que más interese no sea la boda de Inés sino la que se desarrolla dentro
de la propia serie en capítulos que no se emiten pero hacen sombra.
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