Se atribuye a Voltaire la famosa sentencia “detesto lo que decís pero defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo”. Hay que ser un auténtico genio para apostillar a Voltaire, pero Juan Luis Cebrián, -espoleado por la información que Ignacio Escolar ha ofrecido relacionando a su exesposa con los papeles de Panamá- lo ha conseguido: “Detesto lo que decís pero defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo; eso sí, no en mis medios de comunicación, porque, en lo que a eso respecta, querido Nacho, te vas a la puta calle”. Incluso ha ido Cebrián más allá en sus atinadas glosas a las sentencias del conocido ilustrado francés: “Detesto lo que decís pero defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo; eso sí, no sólo Escolar deja de trabajar como comentarista en el programa de Pepa Bueno en la SER, sino que además me ocuparé de que los periodistas que trabajan en mis medios no acudan a las tertulias de La Sexta”.
Pocas profesiones tienen tan falsa conciencia –en el sentido de Jean Paul Sartre- acerca de sí mismas como el periodismo. Pocos negocios reprimen –en el sentido de Sigmund Freud- tanto su condición de negocios como el periodismo. Pocas actividades humanas son tan radicalmente esquizoides –en sentido del doctor Jekyll y el señor Hyde- como el periodismo. No tiene sentido que los negocios se rijan por la búsqueda de la verdad, como tampoco lo tiene que los medios informativos lo hagan por la rapiña y la codicia. Y sin embargo en esa tensión se desarrolla la dificilísima profesión de periodista. En las facultades de Ciencias de la Información deberían incluir una asignatura troncal denominada “Equilibrismo” en donde, al hilo de estas consideraciones, se explicara la diferencia entre un periodista con mayúsculas como Ignacio Escolar y un periodista con minúsculas muy minúsculas como ha demostrado ser Juan Luis Cebrián. Propongo una pregunta para el examen de esta asignatura: “De cómo la pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano” (frase que, por cierto, también es de Voltaire y Cebrián apostilla con su propia biografía).
"Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante".
ResponderEliminarRyszard Kapuściński
Sería algo así: "Puedes hablar de lo que quieras y como quieras, pero si es de mí no puede ser algo que no me guste. En ese caso, cambio la primera frase".
ResponderEliminarSería algo así: "Puedes hablar de lo que quieras y como quieras, pero si es de mí no puede ser algo que no me guste. En ese caso, cambio la primera frase".
ResponderEliminarLa trayectoria y degradación de Cebrián corre pareja a la del régimen.
ResponderEliminarY los periodistas de la SER se quedan tan anchos.!!
ResponderEliminaro en la puta calle
EliminarSolo la verdad nos hará libre y es el único camino para la libertad
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