Miramos con lupa las grandes
cadenas, pero descuidamos los rincones. Aquí y allá menudean canales locales
que transforman la aburrida sesión de zapping de un televidente insatisfecho en
una loca galopada por un campo minado. Por la noche estas teles se llenan de
chats eróticos, de señoras y señores que se toman grandes confianzas entre
ellos a pesar de no tener un proyecto de vida en común, de lecciones de
anatomía que Rembrandt no se atrevería a pintar. Pero, ay, cuando pasa la noche
termina la rutina y el aburrimiento que supone la coreografía más vieja del
mundo. Con el día llegan los adivinos, videntes y pitonisas. Comienzan entonces
los sobresaltos, la falta de respeto a los telespectadores, la vergüenza.
La misma tarotista que aconseja
ir a buscar novio al baile porque tiene la ventaja de que bailando “quemas
adrenalinas”, da estos consejos guiada por las estrellas, la impunidad de su
negocio y el espíritu momificado de Elena Francis, que aún sigue con nosotros
haciendo daño: “Qué se le va a hacer, amiga Sagitario, cada uno es como es. Los
signos de fuego somos muy controladores. Es el purgatorio que tenéis que
aguantar quienes vivís con nosotros. Los Leo somos celosos. Es así. Pero vete a
por él porque los Leo estamos muy cotizados. Lo mejor es que te aproveches de
sus celos para que se lance a por ti. Pero hazlo sin pasarte. Los celos son la
garantía de que te quiere. ¿Qué clase de amor sería un amor sin celos?”.
Días después de que volviera
“Salvados” con un gran programa sobre la violencia machista, en un rincón de la
tele decían estas barbaridades. De aquel programa se habló mucho. De este,
nada. Atendemos las avenidas y descuidamos las cunetas por las que caminan
desgraciados que son engañados y explotados por rufianes. “Porno”, del griego
“porné”: prostituta. “Rufián”, del latín “rufianus”: proxeneta que trafica con
prostitutas que, ya en época romana, usaban pelucas de color rubio o pelirrojo
(“rufus”). El porno en la tele no es nada, el peligro está en los rufianes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario