18/1/16

STAN LAUREL ROMPIÓ UN CRISTAL


A principios del siglo XX, el actor Stan Jefferson podía haber modificado su nombre de pila para adoptar como nombre artístico el de Oliver Jefferson, pero no lo hizo. Prefirió cambiar su apellido por el de Laurel y ser conocido como Stan Laurel. Por entonces, el actor Norvell Hardy podía haber modificado su apellido para adoptar como nombre artístico el de Norvell Laurel, pero no lo hizo. Prefirió cambiar su nombre de pila por el de Oliver y ser conocido como Oliver Hardy. Por eso, cuando unieron sus carreras artísticas para formar el más grande dúo de cómico de la historia del cine y del resto del universo, fueron Stan Laurel y Oliver Hardy, Laurel y Hardy, Stan y Ollie. Para los niños de aquí, eran simplemente “El Gordo y el Flaco”.

Como hace cincuenta años que murió Stan Laurel, La 2 emitió anteayer el documental “El Gordo y el Flaco, sus vidas y su magia” y la película “Locos del aire” dentro de “La noche temática”. Ambos genios volvieron a conocerse, volvieron a trabajar juntos, volvieron a dejarnos una obra inolvidable y volvieron a morirse, primero Ollie y después Stan. Hubo momentos especiales, imágenes inéditas, recuerdos inolvidables y humor hasta el último instante. Pocos días antes de morir, mientras le preparan una inyección, Stan dice: “Preferiría estar esquiando”. “No sabía que esquiara”, responde la enfermera. “No lo hago, pero preferiría estar esquiando”. “Como vaya alguien a mi entierro con cara larga no volveré a hablarle”, había dejado dicho.

Mi primer recuerdo de la conciencia de la muerte es la muerte del Gordo y el Flaco. Eran tiempos en que los niños cantábamos “Stan Laurel rompió un cristal, y Oliver Hardy tuvo que pagar”. Veíamos en la tele a los grandes clásicos porque no nos aislaba una inmensa oferta televisiva infantil en 3D de usar y tirar. Viendo cuánto me reía, mi hermano Miguel dijo con pena: “¿Sabes que el Gordo y el Flaco están muertos?”. Quedé de piedra. Anteayer volví a reír con ellos, pero nunca, nunca, puedo olvidar que están muertos. Que no se entere Stan, que es capaz de no hablarme.

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