Al menos, el documental “La
revelación de las pirámides” (Cuatro) demuestra sentido del humor cuando
advierte a los espectadores, antes de los títulos de crédito, de que “cualquier
parecido con la ficción es pura coincidencia”. Tiene gracia, sí. Pero no es
cierto. El documental sobre las pirámides o, más bien, la irrespetuosa apología
de la pseudociencia piramidiológica a costa de la Gran Pirámide de Keops que Cuatro
programó después del primer capítulo de la descacharrante serie “Tutankamón”,
es tan ficción como las aventuras del joven Tutankamón en un Egipto que parecía diseñado por Alaska y Mario. Está bien suspender la incredulidad para poder pasar el rato
con una delirante recreación del reinado del faraón Tutankamón como suspendemos
la incredulidad para acompañar a Moisés
en el Egipto imaginado por Cecil B. De
Mille en “Los Diez Mandmientos”, pero que nos pidan tener la “mente
abierta” para seguir los chiflados pseudorazonamientos de un tipo que presenta
la egiptología como una especie de secta acrítica y a los egiptólogos como
idiotas que repiten sin pensar lo que sus maestros les enseñaron es algo que
los que tenemos la “mente cerrada” por la arqueología paciente y rigurosa no
podemos hacer. Como diría Rajoy,
hasta aquí hemos llegado.
El documental de Patrice Pooyard, basado en el libro de Jacques Grimault, pretende cambiar para
siempre todo lo que sabemos sobre el Antiguo Egipto y sobre lugares
“enigmáticos” como la isla de Pascua. Atención, estudiantes de arqueología,
egiptólogos que lleváis años viviendo entre trozos de cerámica, científicos que
habéis dedicado vuestra vida al estudio, aficionados a la historia que
distinguís entre los ensayos divulgativos y las novelas: es todo mentira. Los
constructores de la Gran Pirámide no fueron los egipcios, sino una civilización
anterior que midió la Tierra, diseñó un modelo a escala del hemisferio norte en
forma de pirámide, conocía la velocidad de la luz y decidió advertirnos de una
amenaza a la que los actuales científicos llaman “cambio climático”. La
pseudociencia suele creer que el hecho de que la ciencia no tenga respuestas
para todo significa que la ciencia no tiene respuestas para nada. Decir que los
constructores de la Gran Pirámide predijeron el cambio climático es menos
ofensivo que negar que fueron los antiguos egipcios quienes construyeron la
pirámide pero, eso sí, sería un buen argumento para una serie de ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario