¿Delinquen los capricornio? Claro,
como los demás. ¿Deben ser denunciados, perseguidos y castigados por ello? Por
supuesto, como todos los delincuentes. ¿La policía tiene que informar a la
población de estos delitos? En efecto, de estos y de todos. ¿Debe hacerlo
porque es misión de la policía proteger a sus compatriotas? Sí, a sus
compatriotas igual que a los turistas, inmigrantes, delegaciones diplomáticas o
viajeros en puente aéreo.
Solo una cosa, ¿de qué estamos
hablando, de delitos o de signos del zodíaco? Si tenemos dos dedos de frente, hablamos
única y exclusivamente de delitos. Solo hablaríamos de signos del zodíaco si se
demostrara fehacientemente que existe alguna relación entre el hecho de ser
capricornio y el hecho de delinquir. Pero como no está demostrada ni esta
relación ni ninguna otra que tenga que ver con esa puñetera casualidad
intrascendente que es nacer en una fecha que los chiflados astrólogos etiquetan
como “ser capricornio”, la policía de un Estado moderno y democrático no
debería causar alarma social y daño a los capricornio proclamando cuándo los
delitos cometidos, denunciados, perseguidos y castigados fueron causados por
capricornios.
El capricornio Íker Jiménez cerró su último “Cuarto
milenio” con un análisis tramposo que Mariló
Montero no hubiera hecho peor. En resumen, denuncia que “la conspiración cotidiana y compartida de
la autocensura” debida al “tabú
intocable de lo políticamente correcto” nos oprime, “nos puede llevar al desastre” y “acaba siendo apocalíptica”. Tan horrendo fin del mundo llegará así:
“Como ahora lo correcto es no meterse con
ningún refugiado” (sic) resulta que “la
policía sueca, que tiene que velar por sus ciudadanos suecos” (no por los
demás, parece) no lo hace porque no informa de los delitos que cometen los
refugiados. Yo añadiría que tampoco publica los delitos cometidos por judíos,
morenos, bajitos o capricornio. “Ya, pero
es que en la realidad ha ocurrido esto”, dice Íker. Sí, Íker, sí; es lo que
tiene esta modernez de vigilar y perseguir delitos en vez de hacerlo con los
refugiados, judíos, morenos, bajitos o capricornio. ¡Y eso que una de cada doce
fechorías (o estupideces) en el mundo las comete (o dice) un capricornio!
2 comentarios:
No soy yo precisamente fan de Iker Jiménez, que suele tratar tramposamente muchos temas, pero en este caso opino que, al menos tan 'tramposo' como él, estás siéndolo tú.
Yo creo que el tema sobre el que gira esto no es tanto el hecho objetivo de decir algo o callarlo, sino más bien de lo que nos hace decirlo o callarlo. Porque yo ampliaría el fenómenos también a lo que se dice. No es necesario irse muy lejos para encontrarse, por ejemplo, con gente que a la mínima que hace algo mal el partido que no es de su cuerda salta a su cuello y cuando alguien de los suyos calla como un muerto. Sobre el papel quizá no mienta, pero genera la sensación de que unas cosas ocurren y otras no. De eso tenemos ejemplo por todos lados.
El tema que se trata en este punto no es el hecho de que las informaciones fueran dadas o no, sino de por qué fueron dadas o no. Ese es el tema que se trata- y no el que gustaría que se tratase porque es más fácil de contestar. La cosa es muy distinta. Para mí ese es el drama.
Supongo que conocerás el caso de Rotherham. No se le dio mucha bola, pero los informes de análisis a posteriori son demoledores. En él multitud de personas reconocían que ocultaron información sobre los sospechosos por miedo a ser considerados racistas. Ese es el drama. Ese es el peligro.
Imagínate que mañana te atracan en la calle. Vas a denunciarlo a la policía y te pide que lo describas. Y resulta que el te atracó era negro. No quiere eso decir para nada que los negros sean todos unos ladrones, unos delincuentes y demás. Para nada. Ni mucho menos. Pero a la hora de dar la información a la policía es un hecho relevante, que ayudaría a su captura. Si el ladrón en cuestión era alto, delgado, negro, hablaba un perfecto castellano... son todos datos relevantes para la identificación. Si te callas su raza estarás haciendo perder tiempo y recursos a la policía.
Y seguro que dirás que este ejemplo puede ser un poco estúpido. Pero algo parecido me ha tocado presenciar en miv ida alguna que otra vez.
Con el tema de los abusos en Suecia y Alemania puede llegar a ocurrir algo parecido. Si recibes cien denuncias y en el 95% de los casos responden a personas de una misma raza cuando las personas de dicha raza representan menos del 5% de la población, el dato puede ser relevante. Evidentemente eso no significa que todos los norteafricanos lo hayan hecho. Por supuesto que no. Pero puede ser una información relevante para analizar posteriormente si fue casualidad, algo organizado, algo fruto de una educación,...
Si la mayor parte de los casos de corrupción se dan en un partido y no en otros, el dato puede ser relevante.
Un caso paradigmático puede ser el de la violencia de género. Es relevante a la hora del análisis de las causas el origen y tiempo de residencia de los involucrados. Si el asesino es un hombre de 50 años nacido y criado en España una de las causas de ese acto vil bien puede ser la mala educación española en ese campo. Si el asesino es un británico que lleva cinco meses en España la causa de ese caso concreto no puede ser de la educación española.
Pero lo importante del tema es que lo que se trata no es para nada el hecho de decir algo o callarlo. No es ese el tema de discusión en ningún momento. El tema es la razón que te hace hablar o callar.
¿Te imaginas que yo, por ejemplo, me callara un delito grave que conociera por miedo a que alguien tan deleznable como el criminal pudiera sacar rédito de él? Espero que no.
Pero como repito, me parece que el análisis aquí hecho es un poco tramposo también, porque lo que se trata no es tanto de lo dicho o lo callado sino de las razones de decir o callar, que no es lo mismo.
Esto también podría servir para abrir un debate importante. Y es el referente a si siquiera entendemos lo que se nos dice.
Saludos.
Puedo llegar a pensar que equiparas el carácter de ser 'capricornio' con el de ser 'refugiado' en el sentido de que en sí no hacen que emane una característica de ello. Ser 'refugiado' es un puro accidente, algo contingente que no constituye género, especie o diferencia alguna del que emane esencia en el sentido porfírico.
En ese sentido puedo entender lo que dices. Pero creo que el tema es más amplio, más allá del puro nominalismo que parece emanar en el mejor sentido de la salvedad.
Pero como digo yo creo que el tema es el que digo. El de la razón de hablar o callar y no el de hablar o callar en sí, que son cosas muy distintas.
Y creo que es un tema que merece analizarse. Y puede servir a cada uno para reflexionar en su vida personal. Piensa en tus filias y tus fobias políticas, culturales, religiosas, identitarias,... ¿no eres a veces más rápido al jijijajá cuando se humilla a los otros y no a los tuyos? Que hay mucha gente por ahí que echa una sonrisita cuando un garrulo dice que 'ojalá mataran a los del PP' y se le hincha la vena cuando lo dicen de Podemos. Y viceversa por supuesto. Gente que sonríe con gusto ante las mismas afirmaciones anti-Podemos y reacciona con prontitud en contra cuando los atacados son los otros.
Saludos.
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