Me gustaría hablar de las dos
insistentes cabecitas de Rajoy y Sánchez que ocuparon durante dos días
el ángulo superior derecho de los televisores de España con las que TVE
pretendió, y consiguió, que no olvidáramos que en la noche del lunes se
enfrentarían, en un épico cara a cara, los dos gigantes de la política
nacional, pero es que las cabecitas me daban un poco de risa. También me
gustaría hablar de la fina ironía de Cuatro, que programó la película “Esto es
la guerra” a la misma hora en que Rajoy y Sánchez se enfrentaban en el dichoso
“cara a cara”, y de la finísima ironía de Telecinco al programar a esa misma
hora “Pequeños gigantes”. Pero ni siquiera creo que fuera ironía, sino una
afortunada casualidad. Así que sí, venga, hablemos del debate.
A ver. Todos nos sabíamos ya los
diálogos de la película electoral protagonizada por Rajoy y Sánchez, ¿no? Yo al
menos me sentí como Cecilia viendo
“La rosa púrpura de El Cairo” en la película de Woody Allen. Cecilia se sabía los diálogos de memoria, y los espectadores
nos sabíamos de memoria todos los argumentos, críticas, descalificaciones,
insinuaciones, proyectos y gestos de Mariano
y Pedro. Era todo tan previsible
(incluido el enfado de Rajoy), tan visto y tan oído que me pasé el rato
esperando a que uno de los dos políticos saliera del televisor y se sentara a
mi lado en el sofá para pedirme el voto. Si el poeta, explorador y aventurero Tom Baxter pudo abandonar la pantalla
para saludar, e incluso enamorarse, de Cecilia, no veo por qué un político
aspirante a presidente no puede abandonar un debate para saludar, e incluso
enamorarse, de un votante. Por ejemplo, de mí. Pero ni Mariano Rajoy ni Pedro
Sánchez son tan sensibles, encantadores y románticos como Tom Baxter, aunque
los dos políticos parece que no saben, como Tom, que el dinero del que hablan
no sirve para pagar en los restaurantes y ese elegante mundo futuro sin crisis
y con trabajo para todos del que no paran de hablar sólo existe en sus diálogos
de película. En fin. Fue un poco decepcionante ver “La rosa púrpura de El
Debate” sin que Tom Baxter entrara en el mundo real. Menos mal que, como a
Cecilia, siempre nos quedarán Fred
Astaire y Ginger Rogers en
“Sombrero de copa”. Pero ese es otro debate.
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