La traición a Belén Esteban de su representante Toño Sanchís ha conmocionado el mundo
rosa chillón. No es para menos. Hállanse todos haciéndose cruces y diciendo
“¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!” como si el tiempo no lo hubiera
empeorado todo y la viejuna telebasura de “Aquí hay tomate” no hubiera sido
sustituida por la mucho más elaborada y eficaz de “Sálvame”, “Sálvame naranja”,
“Sálvame limón”, “Sálvame deluxe”. Es que es verdad, es que es para mear y no
echar gota, es que hay que ver lo que le ha pasado a la princesa del pueblo; de
parte del pueblo, de esa parte que cree que ser princesa en una sociedad democrática
es algo bueno, de esa parte que además está dispuesta a otorgar tan
contradictorio título a la de San Blas. Es lo que tiene que el pueblo sea tan
grande: que hay gente ‘pa tó’.
Zafarrancho de combate. Mediaset toda
gira en torno a la traicionada Esteban. Telecinco está ocupado por un
representante y su ‘show woman’, el
representante se llama Toño y la ‘show
woman’ ya te lo he dicho. Cada día se añaden datos del escándalo, se analiza
lo ocurrido, se suceden las muestras de apoyo, se avanza en círculos en el meticuloso
despiece de la traición. Entre la fauna del ecosistema rosa chillón, no es la
mamá de la hija del torero, sino sus compañeros de negocio quienes más
boquiabiertos han quedado: ¡una traición del representante que ya era como de
la familia y hasta lo tenía incluido en su testamento! ¿Cómo puede tener tanta
suerte esta mujer? ¿Cómo no les ocurrió a ellos algo así, tan impactante, tan
emocionante, tan de culebrón?
Su ex marido, hija, familia, amores,
desamores, bodas, separaciones, enfermedades, tratamientos, alicatados y
recauchutados dan de sí, pero no duran eternamente. El impulso de la traición
de su representante es justo lo que su carrera necesitaba. Sanchís ha
demostrado ser un profesional como la copa de un pino, capaz de todo con tal de
ayudar a su reprensada, un amigo de verdad. Qué tío, le va a salir trabajo a
espuertas.
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