El regreso de “Las chicas Gilmore” es una buena noticia para todos los que pasamos siete inolvidables temporadas en Stars Hollow en compañía de Lolerai y Rory y también para aquellos que necesitan un pequeño descanso después de la intensidad de “True Detective”, de la ensalada metafísica de “The Leftovers”, de los agobios filosóficos de “Humans”, de las dudas antropológicas de “Almost Human” o de la extraña mezcla de comedia, acción, costumbrismo, misterio y apología de la Guardia Civil de “Olmos y Robles”. El proyecto de resucitar a “Las chicas Gilmore” ha sido puesto en marcha por Netflix, y todavía no está claro si contará con las actrices del reparto original ni por dónde irán los tiros de unos guiones que firmará Amy Sherman-Palladino, la creadora de la serie. Da igual. Los chiflados que quieren clonar a Jesucristo a partir de la sangre de la Sábana Santa de Turín utilizando para la gestación el vientre de una virgen lo tienen muy difícil, pero Netflix y Amy Sherman-Palladino lo tienen muy fácil: no se trata de resucitar a Lorelai y a Rory, sino de mostrar en ellas el rozamiento de la vida.
Como observó Kant, la paloma, que en vuelo libre corta el aire, cuya resistencia
siente, podría imaginarse que volaría mejor en el vacío, cuando en realidad sin
el rozamiento la paloma no podría volar. Cuando un guionista se enfrenta al
reto de recuperar una serie o unos personajes muy queridos, debería dejar volar
su imaginación apoyándose en la resistencia del aire que ha sostenido a esa
serie y a esos personajes, y no intentar volar en el vacío. El último Indiana Jones, por ejemplo, sólo era un
Indiana resucitado pero con más arrugas que intentó volar en el vacío de un
guion insensato que renunció a mostrar el rozamiento del personaje con la vida,
el universo y todo lo demás. Ojalá los nuevos capítulos de “Las chicas Gilmore”
no se limiten a mostrar a Lorelai y a Rory con más arrugas y, quizá, con
algunos kilos de más, sino que vuelen sintiendo el rozamiento con las
contradicciones de la vida, un rozamiento que no tiene nada que ver con las
arrugas. Si nos encontramos con una versión arrugada de Lorelai como nos
encontramos con una versión arrugada de un arqueólogo aventurero que usa látigo
y sombrero Fedora, “Las chicas Gilmore” caerá en el vacío del reino de la
calavera de cristal.
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