La etiqueta #CerremosTvPúblicas es
tendencia a lo tonto. Nos ponemos nerviosos solo porque coinciden en el tiempo varias
noticias sobre las teles públicas un poco sospechosas que dan una imagen de
manipulación, chanchullo y manejo torticero de los fondos públicos. O sea, el
telediario nuestro de cada día. Muchos proponen rendirse y cerrar las teles
públicas haciendo el juego a quienes las hunden para confiar en que nos salve
del naufragio una gestión privada que a menudo no sabe nadar.
#CerremosTvPúblicas es tendencia
a lo tonto porque hay un argumento definitivo para disuadir a quienes apuestan
por el cierre de las teles públicas y no se dejan convencer por la defensa de
un servicio público informativo y cultural despolitizado, la profesionalidad de
sus trabajadores, o la apuesta por que, sea en la enseñanza, la sanidad o la
televisión, es posible una buena gestión de lo público. ¿Recuerdan cuando
Telecinco, Antena 3 y La 1 convirtieron los “simpáticos despistes” de Carmen Sevilla en un éxito de audiencia
hasta que al fin se le diagnosticó alzhéimer? Aprovechemos de nuevo las
circunstancias haciendo de la necesidad virtud y usemos las malas noticias
sobre la tele pública como material para crear la mejor y más realista serie sobre
corrupción jamás hecha en España.
Entremos en el olimpo de las
series y superemos las quemaduras de “Crematorio” lanzándonos a arder en la
parrilla televisiva. Con la vida y complicidad de Jorge Sanz, David Trueba
hizo la gran “Qué fue de Jorge Sanz”. Con las escandalosas noticias de los
últimos años y la reciente negativa de los trabajadores de “La 2 Noticias” a
firmar un informativo por la censura sufrida, la amenaza de cierre de Telemadrid,
o la dimisión de José Cabrera,
consejero de RTVE y diputado del PP en la Asamblea de Madrid que casualmente dimitió
justo el día que estaba obligado a presentar su declaración de bienes, Trueba podría
regalarnos “¿Qué fue de la tele pública?”: la obra maestra que España necesita.
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