El reportaje “El Pilar, el
colegio de la élite” que emitió “Salvados” el domingo es la historia de un
fracaso educativo. El del colegio de Nuestra Señora del Pilar del barrio de
Salamanca en Madrid, donde estudiaron un presidente del Gobierno, nueve
ministros, doce embajadores, tres directores generales de RTVE, numerosos secretarios
de Estado, altos cargos, nobles, grandes empresarios y Fernando Sánchez Dragó.
Con una lista así es comprensible
que el colegio no quisiera recibir las cámaras de Jordi Évole. No despreció la ocasión de arrimar el ascua a su
sardina y realizar un bonito publirreportaje, solo evitó colaborar con un
programa que ahuyentaría a los padres responsables que no quieren que sus hijos
acaben como Dragó.
¿Y qué hay del resto de la lista?
Las declaraciones de varios exalumnos, todos famosos y exitosos profesionales
que sí participaron en “Salvados”, empeoran las cosas: esa camaradería entre
viejos amigos y los recuerdos de una infancia acomodada dejan las cosas claras.
Por un lado, si todavía hoy el principal predictor del éxito académico y
laboral de un niño está en el nivel económico de sus padres, imagínense hace
sesenta años. Por otro lado, si podemos llamarlo amiguismo o tráfico de
influencias, ¿por qué llamarlo camaradería? Todavía hoy este colegio (hoy
concertado: lo pagamos entre todos) tiene el valor de publicitarse mostrando
que el chanchulleo entre exalumnos “pilaristas” es más eficaz que la
cualificación académica para encontrar un buen trabajo. En el programa dan como
muestra este botón: alcanzan puestos directivos el 81% de los licenciados que
son hijos de directivos, pero solo el 59% de los que son hijos de obreros.
Un último detalle: los
“pilaristas” cuentan ufanos cómo en pleno franquismo no daban excesiva
importancia a la religión y pasaban de la “Formación del espíritu nacional”. No saben decir por qué, y es bien fácil: esas
cosas son para enderezar a la tropa, los señores tienen mejores cosas de las
que ocuparse.
Espero que dentro de unos años se reconozca la labor de Jordi Évole y se le premie con una medalla al mérito por abrir los ojos de los ciudadanos de a pie durante estos años de emisión de Salvados, en los cuales hemos podido ver el terrorismo de estado que estos demonios cristofascistas llevan perpetrando desde hace casi 80 años.
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