Un “Barrio Sésamo” en el que caen
bombas entre títeres de peluche. Una calle en la que los niños son felices
entre cascotes, canciones y grandes letras de colores. Un lugar en el que reina
la alegría, doce casas se derrumban formando el número doce y Epi gasta una broma a Blas antes de dormirse arrullados por
el canto de las sirenas antiaéreas. El dicharachero reportero Gustavo narrando una escaramuza entre
el fuego cruzado de las ametralladoras y las balas de los francotiradores
escondidos en las azoteas. SuperCoco
volando sobre las casas esquivando el ataque de las baterías antiaéreas. El
monstruo de las galletas Triqui
viviendo simpáticas aventuras por lo difícil que le resulta encontrar galletas a
causa de los divertidos problemas de desabastecimiento que ocasiona la guerra.
El conde Draco contando
supervivientes. El conde Draco contando heridos. El conde Draco contando
muertos. Es la forma de actualizar la más famosa serie de televisión educativa
pionera en la combinación de enseñanza y entretenimiento para que en 2015 los
niños puedan seguir aprendiendo y divirtiéndose a partes iguales.
Porque no podemos seguir
asistiendo al triste espectáculo televisivo de la gran crisis humanitaria de
los refugiados sirios sin hacer nada. La tele debe dejar de ser un simple escaparate
que muestra el terrible mundo en que vivimos y formar parte activa de la
solución. Debemos evitar que los niños sirios se conviertan en refugiados.
Ellos y todos los niños del mundo que viven en guerra deben aprender, viendo
este educativo “Barrio Sésamo” actualizado, que lo mejor es quedarse en sus
países bajo las bombas. Los países ricos no podemos acogerlos a todos. El mundo
funciona así. Unos fabrican armas y otros las usan, pero no vale refugiarse
donde las hacen. Eso es trampa. Que se lo explique a los niños Epi y Blas.
-
Oye, Epi.
- ¿Qué, Blas?
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