Íker Jiménez tiene razón. Criticamos la tramposa visión friki que
su friki programa dañino ofrece de una realidad friki delirante porque es un
montaje para vivir del cuento, pero resulta que el tío lleva razón. Acaban de
dar la lista de los últimos Premios Ondas y Fríker ha sido reconocido como el
mejor presentador de todos los presentadores que presentan espacios en todas
las televisiones que televisan en la tele. No le hace falta esperar a recoger
el galardón para atizarnos con él. Zas, en toda la boca.
Entre las muchas chifladuras que
lleva diciendo en su larga carrera, nuestro hombre últimamente andaba diciendo
no sé qué sobre la persecución que padecía, lo mal que se le trataba, el vacío
y hasta el desdén que sufría incluso por parte de sus compañeros de trabajo. Conspiranoias
de las suyas, pensábamos. Deja la tele intransitable repleta de porquería y
encima se hace la víctima, creíamos. Pero si este defensor del oscurantismo y
la pseudociencia vive mucho mejor que miles de científicos de verdad, que
cientos de investigadores que padecen recorte tras recorte, decíamos. Pues no.
Este galardón demuestra que tiene razón: hay mala baba. Como aquellos
adolescentes que eligieron a Carrie como
reina del baile para reírse de ella tirándole un caldero de sangre por encima,
le premian para reírse de él evidenciando que una cosa es presentar bien y otra
muy diferente es que lo que presenta valga la pena, que será un buen conductor
pero pilota una nave del misterio cochambrosa, que estando al servicio del mal,
en el reverso tenebroso de la fuerza, cuanto mejor presentador sea, cuantos más
espectadores atraiga, peor servicio hace a los ciudadanos, a la televisión y a
la sociedad.
En lo que no tiene razón Fríker
es en su afán por compararse con Félix
Rodríguez de la Fuente. Dice compartir con él “esa sensación terrible de pertenecer a la estirpe de los libres”.
Ni de coña, tío. Él no puso su trabajo y su vida al servicio del mal.