Risto Mejide no va de chulo, sobrao,
ni prepotente. No hay más que compararlo con lo que hizo Bertín Osborne en el estreno de “En la tuya o en la mía” el
miércoles por la noche en La 1, un programa de entrevistas con un coste
prudente (que no se hace público) que TVE encargó a Bertín por sus indiscutibles
méritos (que muchos discuten) gracias a que en un concurso-oposición realizado
con la máxima transparencia (del que nadie tiene noticia) demostró a un jurado
independiente (en paradero desconocido) que para realizar entrevistas posee la
cualificación adecuada (que se ignora) gracias tanto a su amplia preparación
académica (nula) como a su currículum laboral (que, esta vez sí, todos
conocemos, pero nuestra vida sería mejor si no fuera así).
Risto es, en efecto, un tipo comedido
y prudente que solo utilizaba a los invitados entrevistados en “Viajando con
Chester” o “Al rincón de pensar” como pretexto para lucirse y demostrar que él es
el más mejor de lo mucho bueno en el mundo universal del universo mundial.
Bertín superó eso y no se limitó a utilizar a su entrevistado Pablo Alborán para contarnos lo guay
que es él, sino que también enseñó lo guay que es el salón, la cocina y los
jardines de la casa que tiene él, la mujer del salón de la cocina de los jardines
casa que tiene él y los hijos del salón de la casa de la mujer del salón de los
jardines que tiene él con él y de él. Humildemente, claro, porque todo esto lo
hace para que nos ahorremos tener que comprar el “¡Hola!” para ver los
publirreportajes fotográficos “Bertín nos enseña su casa”, “Bertín nos enseña a
su mujer” y “Bertín nos enseña a su familia” y “Bertín nos enseña a Bertín”.
Una pasta.
Puede que “En la tuya o en la
mía” dure más en antena de lo que duró “La alfombra roja palace”, aquel fiasco de
José Luis Moreno para TVE. Por si no
es así, habrá que espabilarse para que dé tiempo a darle su merecido. Allá
vamos.
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