Hace unas semanas me he hecho seguidor de Hulk Hogan, famosísima masa muscular que triunfó en EE.UU. en el mundo de la lucha libre, que protagonizó diferentes programas de trompazos como “American gladiators” y de quien pudimos huir en las emisiones españolas de Telecinco y Cuatro. Antes Hogan parecía no ser más que uno de tantos contramodelos de vida que ofrece la tele, promocionando (queriéndolo o no, qué mas da si caza ratones) el consumo de esteroides, anabolizantes y a un culto al cuerpo entendido al revés, llenando la cabeza de pájaros a los niños que querían ser como él y a las niñas que querían un novio así.
Pero hace unas semanas sufrió una llave que me hizo cambiar
de opinión. Alguien decidió luchar contra él sin reglas, de forma realmente
libre, y difundió una grabación en la que mantenía relaciones con la mujer de
un amigo y se le oía proferir comentarios racistas y homófobos. Automáticamente
fue expulsado de la WWE (World Wrestling Entertainment) por bocazas. Resultado:
un montón de personas de todo el mundo que tenían a Hogan en un pedestal han
aprendido que el racismo y la homofobia no solo están mal, sino que son
peligrosas, lo que está requetebién.
Cambiando de asunto, pero siguiendo en lo mismo, ahora toca
esperar a ver qué le depara la vida Ylenia
Padilla, un ser que salió de las cuadras de “Gandía shore” y ahora triunfa
en Telecinco haciendo lo que le mandan, que es como se triunfa en Telecinco. Hace
unos días, la chica declaró que no sabía a qué va a dedicar su vida, pero sí que
tenía claro que su intención es hacerse rica. Con lo alto que caen los que se
despeñan desde el acantilado en el que está subida esta funambulista de la
frivolidad, no sería raro que más pronto que tarde Ylenia se convierta, de
contramodelo funesto, en contracontramodelo a imitar. Como Hulk Hogan, que ya
habrá aprendido que la mejor forma de no decir tonterías es no pensarlas.
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