Gracias al excelente documental de la BBC “Los otomanos: emperadores musulmanes de Europa” (La 2), me entero de la existencia de la serie turca “El siglo magnífico”, ambientada en el siglo XVI y protagonizada por el sultán Solimán el Magnífico. La serie es un éxito brutal no solo en Turquía, y también muy polémica porque el pasado otomano de la actual República de Turquía es un asunto más delicado que, por ejemplo, el pasado imperialista de la actual monarquía española. A Erdogan, el presidente de Turquía, no le gusta la serie y condenó públicamente a su director, pero muchos turcos siguieron las intrigas en el palacio de Solimán con el mismo interés con el que muchos españoles siguieron las intrigas en el palacio de Isabel y Fernando en la serie “Isabel”. El documental de la BBC afirma que el imperio otomano fue un Islam tolerante durante mucho tiempo, pero su final fue horrible y sangriento. Halit Ergenç, el actor que interpreta a Solimán, apunta que “El siglo magnífico” ha contribuido a que los turcos se interesen por su historia y ha conseguido que discutan sobre su pasado. Y eso es bueno.
TVE anuncia estos días que muy pronto estrenará la serie “Carlos, Rey Emperador”. Ojalá que la nueva serie histórica de la televisión pública contribuya también al interés por nuestro pasado, consiga que las discusiones acerca del rey emperador Carlos sustituyan en los bares y panaderías a los debates sobre Isabel Pantoja y logre que el presidente del gobierno de España opine sobre algo que todos podemos ver, en vez de hablar y hablar sobre esa superación de la crisis que solo existe en las cocinas del consejo de ministros. Pero me gustaría que, antes de emitir “Carlos, Rey Emperador”, TVE ofreciera “El siglo magnífico” en el horario que se podría rescatar fulminando alguno de los programas de cocina que ocupan la parrilla. Por curiosidad. Por amor a la historia. Por perder de vista a uno de esos pesadísimos programas de cocina. Me pregunto, por cierto, qué pasaría si la serie sobre Carlos I de España se llamara “El siglo magnífico”. Hala, a discutir.
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