No sé si Carolina Marín será para la audiencia del bádminton en España lo
que Fernando Alonso fue para la
Fórmula 1 pero, de momento, Carolina ha conseguido que incluso los espectadores
más monoteístamente futboleros presten atención a un deporte que hasta hace
poco muchos confundían con un juego de cartas o el título de una serie de HBO.
Carolina también ha conseguido nuestro respeto al soportar con una delicada
sonrisa, en vez de un enfurruñado gesto de ofensa patriótica, una versión del
himno de España acompañada de la letra escrita por el poeta José María Pemán por encargo del
dictador Miguel Primo de Rivera. La
elegancia de Carolina en lo más alto del podio en el campeonato del mundo de
bádminton de Yakarta, junto con el cachondeo de los aficionados españoles en
las gradas, nos demostró una vez más que los himnos ganan mucho cuando pierden
la letra. Los versos de Pemán, pura vergüenza ajena, deberían ser la mejor
medicina para dejar el himno de España sin letra por los siglos de los siglos,
hasta que todos los himnos nacionales desaparezcan aniquilados por un meteorito
estético.
Me
pregunto si la ocurrencia de poner letra al himno de España no se podría
exportar a algún programa de televisión como el horrible “Las Kardashian” (Fox
Life), pero al revés. Seguro que “Las Kardashian”, ese programa dedicado a
acompañar a lo largo y ancho de su vacío mundo a tres hermanas famosas por ser
famosas, ganaría interés si por un error técnico continuado desaparecieran las
voces de Kim, Kourtney y Khloé. El
programa seguiría siendo un espanto, por supuesto, pero al menos no
escucharíamos cómo Kim (o Kourtney, o Khloé) se despide de un tipo que se
define como “gurú” diciendo “Te
superquiero”. Porque supongo que estaremos de acuerdo en que el verso “Gloria
a la patria que supo seguir sobre el azul del mar” está a la misma altura que
el “Te superquiero” de las Kardashian, ¿no? Así que los himnos nacionales y
“Las Kardashian”, mejor sin letra y, si puede ser, con la música a otra parte.
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