“Pasaporte a la isla” va mal. Esto es todo lo que quería contarles hoy: que “Pasaporte a la isla”, el irreality show de Telecinco para este verano, va mal. Albricias. Yupi. Yabadabadabadú. Pero como, dicho esto, aún queda un gran espacio que llenar para terminar el artículo y no hay nada más que decir, nos dedicaremos a buscar pelea alargando de forma innecesaria el texto con mensajes insustanciales. Si “Pasaporte a la isla” puede atizarnos sus largos y aburridos programas que encima doblan su día de emisión en la misma semana para demostrar que, como el Universo, la nada también se expande, nosotros no vamos a ser menos.
Es tan hermoso comprobar que
“Pasaporte a la isla” va mal que todos deberíamos disfrutarlo. Por eso lo
contamos aquí, porque tal vez ustedes no lo supieran, ocupados como estarán
este verano en cosas más divertidas y provechosas que ver Telecinco (sufrir un hermoso
golpe de calor, comer ensaladilla rusa picantita hecha con mayonesa verdeazulada
o ir a la playa a quitar la sed bebiendo agua del mar caliente; según gustos).
Pero aquí somos profesionales y, persiguiendo la noticia televisiva allí donde
se produce, nos enteramos de carambola de que “Pasaporte a la isla” va mal y
nos ha faltado tiempo para contárselo.
El fracaso de “Pasaporte a la
isla” es hermoso porque este programa añade a la maldad intrínseca de los irrealities de Telecinco el peligro de
caer en el temido “Efecto salvamanteles”. Les cuento. Creados para proteger los
manteles que protegen las mesas, los salvamanteles abren la puerta a que un
listo decida protegerlos con un aíslasalvamanteles que, por inevitable
evolución estratigráfica hacia arriba dé lugar al
guarececubretapaprotegeaíslasalvamanteles. Así es: el éxito de “Pasaporte a la
isla” para participar en “Supervivientes”, abriría la puerta a un “Visado al
pasaporte a la isla” que solo puede ir a peor.
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