Terminan las charlas en una terraza de verano tomándose un piscolabis. Hoy intentaremos animarlas echando un ojo a la tele. La próxima vez que discutan por qué los jóvenes de ahora parecen ignorar tantas cosas que antes sí se sabían y, sobre todo, por qué manejan tan poco vocabulario, no basta con que alguien diga “Ven mucha tele y apenas leen” dando el asunto por zanjado. Y no solo porque los jóvenes de hoy se pasan el día leyendo (mensajes de móvil escritos por ellos mismos). Tengamos en cuenta las cosas que decía en la tele Félix Rodríguez de la Fuente en horario de máxima audiencia hace treinta años y que estos días reemite La 2.
En el inicio de un capítulo dedicado a los lobos explica la
pirámide trófica mediterránea. Dice que en su base están las plantas, únicas
criaturas capaces de transformar la energía solar en energía asimilable, sobre
este piso de los productores primarios están los omnívoros y vegetarianos, y
sobre todos ellos, aprovechando la energía solar a través de las plantas y a
través de los ungulados, omnívoros o vegetarianos, está el lobo, el
superdepredador. Pero antes de mostrarnos cómo caza, nos habla de su tendencia
a la necrofagia, a alimentarse de cadáveres si los encuentra antes de emprender
una cacería. El lobo observa el cielo porque sabe que la corona de buitres que
se levanta sobre las buitreras termina en una línea de prospectores que se
encamina hacia el cadáver de un animal. Pero el éxito de los lobos como
carroñeros está en función de la distancia a que se encuentre la pieza
prospectada por los buitres. Resulta conocida la voracidad de estos necrófagos
alados. Si los lobos llegan tarde, encontrarán pocos restos con que saciar su
apetito.
Son solo cinco minutos de programa, pero suficientes para
alucinar con en el vocabulario que maneja. Ahora echen un vistazo a la televisión
que se hace hoy, a la que entra en los hogares de nuestros niños e imagínense
la riqueza léxica que puede haber en una familia cuya tele de cabecera es
Telecinco.
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