Mucho se está hablando de la posible salida del euro de Grecia, pero no ha tenido ninguna repercusión mediática la salida del euroconector de Francia. En efecto, hace unas semanas Francia acabó con el euroconector como conexión estándar para los aparatos audiovisuales fabricados en dicho país, rompiendo una unión europea tan importante como la económica o la política: desde Honningsvag hasta Zahara de los Atunes, desde Santo André de Teixido a Katowice el televisor y el vídeo VHS estaban conectados con un euroconector. Pamela Anderson corría por sus entradas de imagen y Prince tocaba funky en sus entradas de sonido. No sabemos las consecuencias que tendría el grexit, pero no veo por qué van a ser menores las del fradiós.
Era un cable gordo, negro, corto, con unas conexiones finales feas e incómodas. A medio camino entre un neumático y la salida del desagüe de una lavadora. Por eso nos cuesta tanto trabajo recordar que hubo un tiempo en el que el euroconector fue el futuro. Era la cumbre de la tecnología, la señal de que las predicciones de la ciencia ficción se iban a hacer realidad, el toque de distinción del que presumía una generación frente a todas las anteriores. El euroconector, en resumen, era la promesa de un mañana mejor. Era el pacto de convivencia supremo, por el cual no importaba si hablábamos de un vídeo VHS, de un DVD o del descodificador inicial de Canal+, ya que siempre habría una forma de conectarlos entre sí y a ellos con el televisor. Con el euroconector no era necesario el derecho a decidir ni pactar con fuerzas populistas.
Por ello, como homenaje, propongo que se sustituyan las doce estrellas doradas de la bandera europea por los veintiún pines plateados del euroconector, dispuestos no en círculo, sino en dos filas horizontales. Más que Carlomagno, Erasmo, Hitler o Felipe González, a Europa la creó el euroconector que ahora despedimos casi en secreto. Me declaro euroescéptico de la Europa del conector HDMI (y del TTIP).
Ya se que era sólo una excusa para escribir el artículo, pero lo cierto es que el Euroconector era obligatorio unicamente en Francia. De hecho mi televisor ya tiene su edad y no dispone de tan aparatosa conexión. Tampoco es cierto que fuese un conector europeo, era más bien un francoconector, ellos lo inventaron y por eso ellos lo exigían, el resto de europeos tuvimos que someternos a ese armatoste que siempre se aflojaba o al que se le rompía algún pin con tanto trasiego. Era un ejemplo de la Europa a dos marchas en la que tres países imponían sus caprichos al resto, yo me alegro de que desaparezca.
ResponderEliminarToma ya. Vaya nivelazo tienen los lectores de este blog.
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