Para Eva G.
Tengo veinte años. Al Antonio Rico que soy lo creó la televisión mezclando muchas influencias diferentes. Fue una gestación lenta, chiripitifláutica, mairagomezkémpica, hillstreetblusiana. Pero el ingrediente final, el definitivo, el que reordenó los demás y dio por terminado el proceso fue “Doctor en Alaska”. No es tanto que “Doctor en Alaska” me gustara, como que yo le gusté a “Doctor en Alaska”. No es tanto que “Doctor en Alaska” se ajustara a mi canon de gustos sobre series, como que “Doctor en Alaska” se me impuso como el modelo de características perfectas contra el que se medirían a partir de entonces las demás series. La realidad imita al arte y la televisión imita a “Doctor en Alaska”.
Y estos días se cumplen veinte años del final de la serie. Para Freud la personalidad humana queda conformada por la resolución final del complejo de Edipo; a partir de ahí ya sólo caben ajustes menores y pequeños cambios no esenciales. “Doctor en Alaska” fue mi complejo de Edipo: con su final acabó la era de formación de mis gustos televisivos y quedé fijado para buscar a Maggie O’Connell en todos los personajes femeninos de las demás series, a valorar cualquier monólogo por su relación con los que nos regalaba Chris en sus programas de radio, a considerar que cualquier serie es imperfecta si no incluye la banda sonora que podría haberse escuchado en algún capítulo de “Doctor en Alaska”.
Tengo veinte años. Han pasado como un suspiro porque no ha habido grandes cambios en ellos. Llevo veinte años viviendo en el París del norte, en la ciudad fundada por Cicely y Roslyn. Saludo a Maurice Minnifield, a Ed y a Ruth-Anne cuando me los encuentro por la calle. El doctor Fleischmann me atiende cuando enfermo. Cada aliento es mágico, cada mirada significa algo y cada cambio de estación se produce tanto fuera como dentro de mí. Vivo atrapado en el mito del paraíso perdido, en la satisfacción melancólica que compartimos los que hemos traspasado la última frontera.
Coincide que hoy no había leído el periódico, pero he recibido wasaps de amigos diciendome que si conocía al que escribía en el periódico porque saben que soy una gran fan por no decir fanática de Doctor en Alaska, se que lo de Eva G no va por mí pero vaya casualidad, :P
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