Denuncia televisiva de Intereconomía cuando hace unas
semanas cerró temporada “El intermedio”: “El
Gran Wyoming, defensor de los
trabajadores, se irá 2 meses de vacaciones”. Qué razón tienen. Lo que no se explica es que no hicieran la misma crítica a Buenafuente cuando, ay, bastante antes
cerró temporada “En el aire”. Los trabajadores –que somos todos incluidos los psicodélicos
currantes de Intereconomía– no podemos pasarnos tanto tiempo a la intemperie sin
el digestivo al que estos dos tipos nos han malacostumbrado al acabar cada jornada.
¿No notan una pesadez, una desazón, un malestar estos días?
No es el calor, es que no somos capaces de digerir el presente. Los telediarios
se han olvidado de que ha llegado el verano, y en vez de acomodarse –como
es su obligación– informando del aumento del consumo de helados o del
nacimiento de un delfín en un acuario, siguen lanzando bombazos que no hay
quien asimile: EE.UU. y Cuba, a partir un piñón; Irán se pasa el eje del bien;
Grecia sube y baja y sube y baja más rápido que una montaña rusa. Por no hablar
de las noticias acerca de nuestra propia casa. En condiciones normales, una
tontería de Wyoming o una broma de Buenafuente sobre estos asuntos los disuelve
con la facilidad con que se deshace un azucarillo en un vaso de ácido
sulfúrico. Pero como están de vacaciones, la actualidad se nos va atragantando
y nos ahoga.
¿Se creen estos dos traidores a la clase obrera que algo tan
importante como el análisis y la digestión del día a día se puede dejar en
manos de los tertulianos de “La noche en 24 h”, “El cascabel” o “El Gato al agua”?
¿Quieren matarnos? ¿No se dan cuenta los ingratos de que solo lo caótico de sus
análisis reordena la realidad, la lejanía de sus puntos de vista muestra los detalles,
el descreimiento de sus chistes nos hace recobrar la fe? Que cojan vacaciones
si hace falta, pero, por favor, que se coordinen y uno de ellos quede, vigilante,
de guardia, de servicios mínimos, de bote salvavidas.
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