Creo que no me voy a ganar muchos amigos con la columna de hoy. Pero me voy a quedar muy bien escribiéndola. Muy ancho. Como un Pepe. Llevo dos años esperando este día. Dos años desde que fui al cine a ver “Intocable” confiando en los entusiastas consejos que me habían dado algunos amigos. “Es guapísima”. “Es la mejor película que he visto en mucho tiempo”. “Es genial”. “No te la puedes perder”. A la salida mi rostro se mantenía completamente inexpresivo, pero mi mente había comenzado a planear la venganza. No soy crítico de cine, sino de televisión. Pero todo lo que pasa por el cine termina llegando a la televisión. Sólo había que esperar, y las personas rencorosas sabemos hacerlo muy bien. Desde entonces he consultado regularmente la programación de las cadenas especializadas en cine esperando a que llegara la hora. Tarde o temprano una cadena emitiría “Intocable” y yo podría hacer mi crítica. Fue anteayer. En TNT. A las diez y media. Mi momento ha llegado. Allá voy.
“Intocable” es un peñazo. No hay quien la soporte. Es un conjunto de tópicos sensibleros y baratos carentes de toda imaginación u originalidad. Sólo puede tener éxito entre lectores de Jorge Bucay o de Paulo Coelho. Desde el minuto 1 se sabe todo lo que va a pasar. Se sabe cómo va a terminar cada secuencia. Cada escena. Cada línea de guión. Un tetrapléjico amargado y millonario contrata como asistente a un joven inmigrante vitalista y poco convencional. Al principio se llevan mal, pero poco a poco los dos descubrirán... ¡Oh, por dios, cállate ya! Sólo falta que uno de ellos sea huérfano. Tira de la cursilería más rancia con el tema más facilón del mundo, y su éxito avisa a la Europa rica de que no es tan lista como se cree -bueno, esta última frase se me ha ocurrido ahora, no la pensé hace dos años-. Va de atrevida y rompedora cuando no haría parpadear ni a la audiencia del ángelus en 13tv.
Pufff... Qué bien me he quedado. Qué alivio, oye. No me sentía tan bien desde que hice lo mismo hace unos años con “Amelie”. Pueden empezar a escribir sus quejas.
Faltas de ortografía...lamentable.
ResponderEliminar