25/7/15

EL PEDESTAL Y LA PEANA



José Antonio Sánchez, presidente de RTVE, puede quedar como un señor matando dos pájaros de un tiro. Tiene la ocasión de oro para lucirse ante sus jefes (ya saben cómo es la democracia: ante los más de cuarenta y cinco millones de españoles). Y, lo que es mejor, puede dejar claro que la verdadera devoción que el pueblo del gran José Sazatornil sentía, siente y sentirá eternamente por Faulkner no es nada al lado de la fervorosa devoción que él siente ante quien le nombró tras ver de lo que estaba siendo capaz de hacer al frente de Telemadrid (algo inenarrable porque no se puede narrar, increíble porque no se puede creer, e irrepetible porque esperemos que nadie se atreva a repetirlo).

Sabrán que la excusa oficial que la tele pública puso para no emitir “Yo, Juan Carlos I” –el “incómodo” reportaje realizado en colaboración con la tele francesa sobre Juan Carlos Borbón del que les hablé hace unos días– fue que “es un producto que no es actual. Trata de un rey que ya no es rey”. Claro que eso dijo el portavoz  de RTVE sin saber que poco después retirarían un busto del rey (porque, ay, señor portavoz, Juancar sigue teniendo el título de rey) del ayuntamiento de Barcelona utilizando un argumento incómodamente parecido: que no es el actual jefe del Estado.

A ver, Sánchez. Está bien que pongas a hervir los telediarios con lo del busto y el lío que se formó, pero no debes olvidar que el pedestal del ayuntamiento de Barcelona no es nada comparado con la peana gigantesca que es TVE: puedes resarcirte poniendo en ella el reportaje que antes retiraste. O, mira qué bien, viendo que un concejal quería poner en aquel pedestal una imagen del nuevo rey, tú puedes emitir en tu peana un reportaje sobre Felipe Borbón similar a “Juan Carlos, el ocaso de un rey” –aquel otro reportaje francés que TVE tampoco quiso emitir el año pasado–. Puedes titularlo “Felipe, la construcción de un rey” y contar cómo todos los resortes del poder prepararon la santificación y entronización del nuevo rey. Tus jefes quedarían encantados. Y quienes te nombraron, también.

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