En el drama “El rey enamorado” de Les Luthiers, el rey Enrique VI (que vive en tiempos diferentes a los actuales en los que los reyes pueden tenerlo todo sin renunciar a nada) duda si debe quedarse con la corona o abdicar al trono para entregarse al amor de la bella plebeya María Blessing. Ríete tú de aquella tontería de “Ser o no ser”: “¿El trono o María? Al fin y al cabo, el trono lo quiero para posarme sobre él y satisfacer mis deseos, los más sublimes y los más perversos; en cambio, a María la quiero para… ¡Caramba, qué coincidencia!”.
En efecto, hay divergencias que
coinciden. Como la tele y la radio. Quiero decir, como el genial Juan Carlos Ortega en la tele y el
genial Juan Carlos Ortega en la
radio. Las mañanas de los fines de semana pone Radio Nacional patas arriba en
“No es un día cualquiera”. Y las tardes de los sábados pone patas abajo La 2 en
“La mitad invisible”. Hace tres días, en la radio planteó una votación para
elegir entre Johann Sebastian Bach y
Antonio Molina, pero uno de sus
personajes se quejó porque planteaba una comparación desigual y sin sentido: la
elección debería estar más compensada y enfrentar a Bach con… ¡La Niña de los Peines! ¿Y en la tele?
En la tele, este sábado “La mitad
invisible” estuvo dedicado a “Mortadelo y Filemón”, de Francisco Ibáñez. Otras veces, este espacio que declara estar
dedicado a conocer en cada capítulo una obra de arte y a su autor, estuvo
dedicado a la novela “Luces de Bohemia” de Valle-Inclán,
a la escultura “Magdalena penitente” de Pedro
de Mena, o a la obra de teatro “Historia de una escalera” de Buero Vallejo. ¿Qué pinta ahí Ibáñez?
Aprendamos de Enrique VI, que se percató de la coincidencia entre la corona y
María. No seamos merluzos y vayamos de Bach a Molina, de Mena a Ibáñez, de la
tele a la radio. Sigamos los pasos de Ortega que nos enseña cómo se pueden
querer tantas cosas a la vez, y no estar locos.
Ayyyy, "La Mitad Invisible" es genial. Hace tiempo también dedicaron un programa a "La Ardilla Roja" de Médem y estuvo muy bien.
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