Ya sé que dice Ernesto Cassirer que el hombre es un animal simbólico, pero tampoco es para ponerse así con la retransmisión de la pitada en la final de la Copa del rey. Basta con no tomarse los símbolos al pie de la letra para no enfadarse simplemente porque haya miles de españoles que todos los años realizan una costosísima inversión de millones de euros para poder darse el capricho de salir en la tele haciendo ruido en un recinto de grandes dimensiones mientras por megafonía suena una melodía y un señor está de pie muy serio. Es simplemente que a esos españoles que se gastan tanto dinero les gusta que se vea por la tele que su ruido se oye más que la melodía. Y también les gusta que después de que unos señores contratados jueguen a la pelota, el señor que al principio tenía que estar serio, luego ya sonría y entregue a los de la pelota un recipiente tan aparatoso que no sirve para beber ni para nada. Y, más que nada, les gusta que al final todo el mundo (el señor ahora sonriente, los contratados y ellos mismos) terminen golpeando una contra otra las palmas de sus manos mientras alguien levanta el recipiente como si fuera a colocarlo encima de un armario.
Ahora bien, si no queremos olvidar que los humanos somos
animales simbólicos y que las cosas simbolizan lo que simbolizan, basta con
aplicar a la propaganda de los informativos lo que ya hace la publicidad en los
anuncios: manipular los sonidos y las imágenes del producto según convenga para
su venta. Dejémonos entonces de aspavientos y que cada cadena (para eso hay
pluralidad) según sus intereses edite el sonido subiendo el volumen del himno y
bajando los abucheos (o al revés), mientras retoca las imágenes poniendo o
quitando sonrisas de las caras de los asistentes (sonrisa para Mas y rictus de espanto para Wert y Felipe, o al revés). Los espectadores ya nos las apañamos bastante
bien con la publicidad; seguro que nos iría mejor con la propaganda si se le
pareciera un poco más y no fuera tan escurridiza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario