He visto, con premeditado retraso, el documental “Messi” (Canal+) que trata, claro, del futbolista argentino Lionel Messi. Uf. Algo tiene el fútbol que chirría cuando lo toca el cine o cuando se convierte en carne de documental. Es cierto que hay películas maravillosas ambientadas en el mundo del fútbol como, por ejemplo, “The Damned United”, un acertadísimo acercamiento al entrenador Brian Clough y al fútbol inglés de finales de los años 60 y principios de los 70 del pasado siglo. Y también es verdad que los pequeños documentales que se saca de la manga el programa “Fiebre Maldini” son tan respetuosos con el fútbol como con los futboleros. Vale. Pero fútbol, cine y documentales suelen ser un quiero y no puedo, una mezcla de los códigos del fútbol y las leyes del espectáculo que termina por no gustar ni a los futboleros, ni a los cinéfilos, ni a los adictos a los documentales. “Messi”, gracias al buen ojo de su director, Álex de la Iglesia, es otra cosa.
Si se
piensa bien, la fórmula es bien sencilla. Dejemos que los viejos amigos de
Messi, sus primeros compañeros, sus profesores y sus entrenadores hablen de
Messi. Y, luego, dejemos que los que saben de fútbol hablen de Messi. Por
ejemplo, el entrenador argentino César Luis Menotti. Qué tipo, Menotti. El
“Flaco” es tan grande que casi se come a Messi en el documental “Messi”. Pero lo
que cuenta “Messi” de una forma alegre y elegante, entre risas, buena comida y
copas de vino, es la aventura imposible de un niño de Rosario que viajó a
Barcelona para convertirse en el mejor futbolista del mundo. No le demos más
vueltas. El director de cine David Cronenberg dice que cuando está haciendo
arte, no tiene responsabilidad social alguna. Podemos estar de acuerdo con
Cronenberg o abominar de esa brutal concepción del arte, pero seguro que Messi
estaría de acuerdo porque, como alguien dice en “Messi”, el futbolista
argentino todavía juega al balompié como si el premio por ganar fuera una
bicicleta. Messi es el fútbol por el futbol, el arte por el arte, el gol por el
gol. Por eso Álex de la Iglesia pone una cámara delante de unos tipos que hablan
de Messi y le sale un documental que sabe a fútbol como los labios de Ingrid
Bergman saben a cine o los oricios saben a mar. Es solo Messi. Es solo fútbol.
Nada más. Nada menos.
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