Con lo divertido que es ver cómo sufren
y cómo van siendo expulsados los famosos de “Supervivientes”, a ver si ahora resulta
que quien más sufre y el más famoso expulsado de “Supervivientes” va a ser el
programa “Supervivientes”. Que se anden con cuidado en Telecinco, no vaya a ser
que el negocio de la telerrealidad se les vaya de las manos.
Descendiendo al infierno peldaño
a peldaño, Telecinco ha creado un público fiel que cada trimestre se mete un reality show entre pecho y espalda sin
miedo a sus efectos secundarios estupidifacientes
de progresiva tontolabización. Pero
no es fácil para la cadena subir cada entrega la dosis necesaria para mantener
el enganche, evitando a la vez los peligros de la sobredosis. En esta entrega
parece que no han acertado y se han quedado cortos. No es solo que el último
“GH VIP” adulterado con belenestebanina
dejó el listón muy alto, o sea, muy alto en su bajeza, es que llevamos unas
semanas en las que nos llegan noticias de que el “Gran hermano” argentino está
dando más que hablar que el actual “Supervivientes” español. Los ingredientes
son los habituales: sexo y violencia, que es algo que nunca falla: masajes
eróticos, duchas calientes, masturbación a cámara por calentón, peleas de
gallitos, masturbación a cámara por encargo con toalla interpuesta mientras el
grupo alrededor hace bromas de gran sutiliza y fino ingenio. Estas cosas.
Ya puede espabilarse Telecinco si
no quiere que se les marche su exigente clientela a ver “GH” vía satélite. Que
aprenda del análisis que hizo Mariano Rajoy
tras el batacazo que sufrió en su última victoria electoral: el martilleo
continuado e insistente de la tele puede hacer mucho daño. Es lo que tiene no
poder controlar todas las cadenas y verse inmerso en un mercado audiovisual
plural y traidor: que crees que lo tienes todo controlado, pero si los clientes
cambian de cadena y se enteran de lo que hay se te fastidia el negocio.
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