Existen tres fenómenos que la ciencia actual no puede explicar: (1) el orden cuántico de las ondas gravitacionales, (2) el nivel de obstrusión mental y asalchichamiento intelectual de la monja Teresa Forcades, y (3) por qué no hay unanimidad mundial acerca de que “The Americans” es la mejor serie del momento. Quizá algún día dediquemos la columna al primero de los misterios y no hay ninguna duda de que el segundo de ellos será motivo de reflexión frecuente durante los próximos meses. Pero hoy nos centraremos en el tercer fenómeno sin explicación: ¿Por qué, oh, por qué no está toda la sociedad comentando la increíble calidad de la serie de Joe Weisberg? ¿Por qué, de hecho, cuando han leído “The Americans” en las líneas anteriores muchos de ustedes, queridos lectores, han pensado “¿qué serie es esa?”?
¿“¿Qué serie es esa?”? (¡cómo mola esto de abrir y cerrar dos interrogaciones seguidas!) Pues “The Americans” es una serie cuyo estilo narrativo es mejor que el de “Breaking bad”, que va mejorando temporada a temporada mucho más de lo que mejora “The good wife”, que presenta de forma fascinante una época muy cercana y muy lejana a la vez mejor de lo que lo hace “Mad men”. Su guión es más sólido que el de “Homeland”. Los matices psíquicos de los personajes son más realistas que los de “True detective”. Tiene más niveles de análisis que “House of cards”. Y, sin embargo, todo el mundo conoce “House of cards”, “True detective”, “Homeland”, “Mad men”, “The good wife” y “Breaking bad”, mientras que “The Americans” pasa desapercibida, probablemente disfrazada con una impecable peluca y un bigote mientras coloca un micrófono en el maletín de un agente de la CIA con un retrato de Ronald Reagan al fondo.
La explicación tiene que ir más allá de lo que todos imaginamos. Quizá Forcades tiene razón y las vacunas incorporan un metal neurotóxico que impide apreciar las buenas series de televisión. Y a lo mejor esa neurotoxicidad tiene que ver con el comportamiento cuántico de las ondas gravitacionales del aluminio.
Antonio, te debo a ti (y bueno también un poco a mi que me leo tu blog tosdos los días) haber descubierto esta serie ya hace casi 3 años. Muchas gracias.
ResponderEliminarMe fascinó desde el momento por todo lo que comentas, pero sin duda lo que máss cachonda me pone es que en esta serie, una serie americana, los mismos de los de la caza de brujas, los "heroes" son los malos, los muy malos, los soviets esos de los que hablan las sexagenarias pertubadas en Madrid.
Sabes que van a acabar mal, no hay otra, nos lo dice la historia del mundo, del cine y de la tele. Los Jennings tienen menos futuro que un programa sobre Proust en Telecinco. Ya sea como fiambres o como malditos desertores están más acabados que Spiderman en un descampado.
Y aun así saltas del sofá cada vez que su vecino, el de la CIA, está a puntito de pillarles. Me imagino que los seguidores de la serie en los USA están llegando a niveles de paranoia enormes, no hay más que leer los comentarios de la Fan Page de Facebook que también sigo con fruición. 40 años de Guerra Fría más otros 20 de propaganda de propina seguro que han hecho mella en el imaginario colectivo y quizás por eso la serie no es tampoco allí un bombanzo. ¿Quién puede sentir compasión y cariño por dos (para ellos) sádicos comunistas?
La Guerra Fría no fue nada fría, no solo se lucho en despachos, allí quedan para el recuerdo Corea, Vietnam, Honduras, Chile o Afganistan y también las calles de Washington gracias a The Americans.
Saludos
Raquel
¡"Más acabado que Spiderman en un descampado"!. Qué bueno. Con tu permiso, empezaré a usar esa expresión.
ResponderEliminarGracias por tu mensaje. Yo también soy un fanático theamericansieber. Dios, qué personajes. Todos. Qué miradas. Qué tramas. Qué ambientación. Hasta la hija es fenomenal, y todos sabemos lo que chirrían los adolescentes en las series adultas (véase "Homeland"). El único problema es todo el tiempo que queda para la cuarta temporada.
Hola de nuevo!
ResponderEliminarPage es maravillosa y en la tercera temporada ha explotado como personaje y como actriz. En Stingers tuve que ver una y otra vez la escena en la cocina porque no me lo podía creer. ¿Cómo podían ser todos tan reales y estar contantando al mismo tiempo una historia tan surrealista? Los gestos, las miradas, las frases empezadas por uno y terminadas por otro. Genial.
Sin embargo yo creo que en esta serie la pistola de Cherjov la lleva el pequeño, Henry, el hijo olvidado. Hay una escena cuando los Jennings se van a buscar a Page a casa del Pastor y se ve a Henry, solo, mirando la tele y sin importarle ni lo más mínimo si sus padres van o vienen o si su hermana se hace cristiana o budista en la que puede oir el seguro del gatillo quitandose.
A estos espias sofisticados, fríos, patriotas y expertos en todo les van a dar por donde menos se lo esperan. Ya se sabe que quien cría cuervos....
Raquel