En China han descubierto Telecinco. Y siempre se dijo que cuando China descubriera Telecinco, el mundo temblaría. O algo así. Pues ya nos podemos ir poniendo a temblar, porque lo inevitable ha ocurrido. Aunque quienes deberían empezar con el tembleque son los propios chinos. Buena les viene encima.
La Telecinco que han descubierto en China no es la actual
sofisticada maquinaria de producir telebasura. Es la de sus inicios, la de los
primeros noventa, la de las Mama Chico, la de “Ay, qué calor”, la que para
darse a conocer y encontrar un hueco entre los espectadores coprófagos daba sus
primeros pasitos hacia el abismo desvistiendo chicas en un quiero y no puedo
que remataba con una coreografía de juzgado de guardia. Pero no han descubierto
la Telecinco de hace 25 años vía satélite ni en archivos perdidos por la red.
La han descubierto en sus entierros.
En China creen que un funeral con muchos asistentes es un
presagio de buena fortuna tanto para el fallecido en el más allá como para los
que le sobreviven en el más acá. Así que aquellos disparos con chicas ligeras
de ropa que vivimos en España con las primeras escaramuzas de la “guerra por la
audiencia” que lanzaron las recién nacidas cadenas privadas, los están
sufriendo ahora en la “guerra por la presencia” los chinos en sus funerales: un
baile erótico o un striptease junto
al féretro mejora los “índices de presencia” y roba asistentes a los entierros
de la competencia logrando un mejor posicionamiento en el competitivo mercado
de los presagios, la buena suerte y esas pamplinas que siempre resultaron tan
rentables.
Las autoridades chinas quieren prohibir esta práctica en
auge. No lo lograrán. Una vez que la bola comienza a rodar, no hay quien la
pare. Lo que tenía que hacer Telecinco es aprovechar la oportunidad para abrir
una delegación funeraria en China y aprovechar los 25 años que llevan de
ventaja para hacerse con un mercado emergente que ofrece tantas posibilidades.
De esta, la cadena amiga se forra.
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