Cuando desperté, Buruaga todavía estaba allí. No recordaba en qué momento de “Así de claro” me había dormido. No importaba si había cerrado los ojos durante dos minutos, dos meses o dos siglos. Buruaga iba a estar igual en ese traje almidonado que le viene grande o en ese cuerpo de suflé fallido que le viene pequeño. Cretácico. Inverosímil. Triste. Buruaga y los siete u ocho buruagas que le acompañaban. Moviéndose por el ridículo plató con el envaramiento y la desgana de los edificios que están a punto de derrumbarse. Hablando con la apatía con la que se pudre la fruta. Distribuyendo los turnos de palabra como el director de una orquesta en la que sólo hubiera trombones. Yo estaba seguro de que esta vez iba a ser diferente. De que, al menos como un lavado de cara de cara a las próximas elecciones, TVE iba a emitir un programa de debate político medianamente digno, medianamente plural. A sabiendas de que iban a ser mirados por todo el mundo, iban a tomar las precauciones para no hacer el ridículo una vez más. Para tener algo en el haber cuya actualidad compensase el enorme debe acumulado.
Pero no. Los dinosaurios son incapaces de sonrojarse, y más aun que su voracidad destaca su contumacia como estrategia de supervivencia. La tienen ellos y las cucarachas. Al despertar Ernesto Sáenz de Buruaga una mañana tras un sueño intranquilo se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Al despertar Ernesto Sáenz de Buruaga yo me quedé dormido, y cuando desperté Buruaga todavía estaba allí. Después vinieron los comunicados de los trabajadores de Televisión Española indignándose ante semejante aburridísimo bodrio, exigiendo la cancelación del espacio, destacando la escasez de espectadores que rompe el suelo de audiencia que tienen los programas de debate. Una nueva vergüenza protagonizada por nuestra televisión pública el lunes 25 de mayo. La víspera, el 24, había caído un enorme meteorito en nuestro país.
Antonio Rico, Kafka, Monterroso. Si sumas Buruaga al quinteto, sois la Liga de los Hombres Extraordinarios y el villano de turno. Dejad que me una al equipo!
ResponderEliminarFantástico. A mí me dio tiempo de indignarme, dormirme, despertarme y transformarme.
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