Los viajes en el tiempo crean paradojas irresolubles en el mundo de la Física. Las series sobre los viajes en el tiempo crean paradojas irresolubles en el mundo de la Televisión. Un viaje en el tiempo podría, por ejemplo, hacer que el viajero retrocediera hasta 1562 e impidiera que naciera Lope de Vega. En ese caso, ¿con qué mundo se encontraría el viajero a su regreso? ¿Existiría o no el fénix de los ingenios? ¿Se leería en los colegios “Fuenteovejuna”? Una serie sobre viajes en el tiempo podría, por ejemplo, contar una historia fantástica sobre los lances de capa y espada en los que se verían envueltos agentes de un ministerio secreto que viajaran a finales del siglo XVI para evitar que Lope de Vega muriera en el hundimiento de la Armada Invencible. En ese caso, ¿quién es Lope de Vega al término del capítulo? ¿El aburridísimo escritor del que hablan los profesores de literatura en los Institutos de Secundaria o el divertido burlador lleno de talento que hay que proteger para salvar la Historia de España tal y como nos mostró la serie?
Algo se está haciendo bien, muy bien, muy requetebien, cuando durante un par de días el escritor madrileño alcanzó el nivel de trending topic con motivo de su entrañable aparición en “El Ministerio del Tiempo” o cuando en una misma serie aparecen sin que nada chirríe en ningún momento Federico García Lorca, Jordi Hurtado y Diego de Velázquez tomando un café con Pablo Picasso. Los viajes en el tiempo obligarían a violar algunas constantes cosmológicas como la velocidad de la luz, pero series sobre viajes en el tiempo como “El Ministerio del Tiempo” violan la constante televisiva relativa a la velocidad máxima con la que una serie recién estrenada puede llegar a convertirse en mítica. Nunca se había visto mayor unanimidad, mayor entusiasmo, mayor apoyo a una serie de producción española. Gracias a su empeño por no cambiar el pasado de la Historia de España, la serie de Javier y Pablo Olivares está cambiando el futuro de la televisión española.
Magnífico.
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