Qué fresquita estaba el agua con la que nos cocinaba “Sorpresa ¡sorpresa!” a finales de los años noventa del pasado siglo. Las cadenas privadas habían nacido a principios de década, pero ya caminaban con paso firme y decidido. El programa estrella de Antena 3 era “Sorpresa ¡sorpresa!”, y lo presentaba Isabel Gemio, su cara más famosa. Eran tiempos en los que “nominar” aún quería decir darle nombre a alguien o algo, en los que a un asesor no se le llamaba “coach” ni a una asesoría se le llamaba “coaching”. Y nos quejábamos de la tele que teníamos porque éramos unos quisquillosos.
El panorama audiovisual finisecular (perdón, pero si no
coloco aquí “finisecular”, ya me diréis cuándo) no era el que nos habían
prometido con la llegada del viento fresco y la innovación creativa de las
privadas. Hacía años que la vieja TVE había puesto a los telespectadores a
cocer a fuego lento, pero las privadas no hicieron sino echar más leña. Las
ranas saltan si se las mete en agua hirviendo y aguantan hasta cocerse si el
agua calienta poco a poco. Eso dicen. Picajosos, los espectadores de entonces ya
nos quejábamos porque nos parecía que el agua en el que nos habían metido estaba
muy caliente, pero aguantamos. Han pasado los años y la olla sigue al fuego.
Isabel Gemio visitó esta semana a Pablo Motos. En homenaje a los viejos tiempos, paseó entre el
público y jugó con él, como hacía en “Sorpresa ¡sorpresa!”, con esa mezcla de
complicidad y suficiencia que a tantos nos ponía nerviosos. Pues bien, he de
reconocer que resultó refrescante reencontrarse con aquella rudimentaria forma
de manipulación de las personas al ver cómo un chico pedía de rodillas a su
chica que se casara con él en “El hormiguero”. Hoy nos cocinan en agua mucho
más caliente. Algunos ya hemos saltado de la olla de Telecinco para salvar la
vida. Antena 3 juega ahora con fuego al pretender meternos en el agua hirviendo
de “Casados a primera vista”. Con lo fresquita que estaba el agua con la que
nos cocinaba “Sorpresa ¡sorpresa!”.
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