“This is opera” era mi última oportunidad. Durante décadas intenté que me gustasen las verduras y llegué a conseguirlo. Bien aconsejado por buenos amigos probé repetidas veces el whisky venciendo el desagrado inicial, hasta que el bourbon y mi garganta se comprendieron mutuamente e iniciaron una linda historia de amor. Juro que he intentado que me guste la ópera mucho más de lo que lo ha hecho el ciudadano medio. No hubo manera. No lo digo ni con orgullo ni con vergüenza. ¿Por qué escriben esos libretos ridículos? ¿Por qué tengo la alejadora sensación de que todo es una exhibición vacua de portentosas capacidades vocales? ¿Por qué hacen poca gracia cuando quieren hacer gracia y dan poca pena cuando quieren dar pena? ¿Por qué no me creo nada ni siento que nada tenga que ver conmigo? Y, sobre todo, ¿por qué gritan tanto?
Así que contemplé el estreno de “This is opera” (La 2, la noche de los domingos) auténticamente esperanzado. Quizá ahora por fin se me desvelase la profunda belleza oculta bajo lo que a mí me parecía únicamente afectación relamida y pompa artificiosa. Quizá esta vez sí saltase la chispa en la sensibilidad o en el entendimiento, y la ópera continuase el camino abierto por las verduras y el whisky. A lo largo de cuarenta y cinco minutos Ramón Gener habló con verdadera pasión de “Carmen”, explicó los orígenes de sus partes más famosas, contó anécdotas verdaderamente curiosas sobre la obra, entrevistó a algunos de sus intérpretes y pudimos escuchar ejecuciones vocales impecables de la partitura de Bizet. El programa estuvo excelentemente realizado, fue ameno, ágil, verdaderamente agradable de contemplar...
... pero nada. Nada de nada. Sigo escuchando lo del toreador y me sigue dando la risa del ignorante. Sigo sintiendo que hay más arte en un quiebro de la voz de Billie Holiday que en todo Verdi. No tengo remedio. Me rindo. La mujer es variable como una pluma al viento, pero yo soy constante en mi incapacidad para apreciar la ópera. Me voy a tomar un Jack Daniels.
A mí sí que me gusta la ópera, y mucho. No vi el primer programa de "This is opera", sobre Carmen, pero vi creo que el siguiente, sobre Turandot, y no vi más que cuarenta y cinco minutos de estupideces una detrás de otra. La ópera es lo que es, te puede gustar o no, pero pretender "acercar" la ópera al gran público a base de comparar el personaje de Turandot con un Ferrari, es, una vez más, hacer el gilipollas. No es obligatorio que te guste la ópera, como no es obligatorio que te guste el blues (de hecho, yo creo que es obligatorio que te horrorice, como me ocurre a mí), pero si de verdad se quiere ampliar el público de cualquier estilo, debería hacerse algo un poquito más serio que This is opera.
ResponderEliminar