Sonia Monroy mola, pero mola más Anna Allen. Y se puede demostrar.
Sonia Monroy mola porque es una ciudadana ejemplar. Sabe
aprovechar esta ola que nos arrastra y nos tiene a todos empapados de ideología
economicista de todo a cien. No tiene, como quienes cuestionan la bonanza de
los grandes números, la cabeza llena de pájaros. No pierde el tiempo criticando
la situación ni malgasta energía proponiendo alternativas. Es una mujer
emprendedora, industriosa y sagaz. Si la fama tontorrona y fútil que le permitía ganarse la vida en
“Crónicas marcianas” y “Supervivientes” se pasa, de nada sirve lamentarse. Se
hace otra. Gracias a este arremango de española de raza, se lió la manta a la
cabeza, la bandera al cuerpo serrano y se plantó en la entrega de los Oscar
para recuperar popularidad y vendernos su producto: ella misma. Y ahí la
tenemos triunfando de nuevo en “Sálvame”, ocupando la pantalla de la cadena
líder de audiencia, siendo el centro de atención de los más importantes líderes
de opinión del país (con permiso de Belén
Esteban, que en reparto de papeles de este mes no le toca opinar sino ser
opinada).
Pero mola más Anna Allen, porque es la ejemplaridad
ciudadana hecha carne mortal. Haber sido la novia de Toni Alcántara en “Cuéntame cómo pasó” y poco más no da mucho de
sí, así que nuestra heroína remó hacia la ola maldita, se subió a ella y la
surfeó. Emprendedora, industriosa y sagaz, sí, pero no a lo loco. La
competitividad es lo primero. Sonia Monroy tiró el dinero en banderas y viajes
a Los Ángeles cuando con el photoshop te plantas en cualquier sitio sin gastos.
En Telecinco andarán como locos para ficharla. Con una mujer así en plantilla
no necesitarían tantos guionistas estrujándose las meninges con escándalos y
trifulcas para alimentar su hoguera de las vaciedades. Lo que no sabemos es si
Anna Allen firmará para ellos o está pensando en crear su propia cadena
televisiva con photoshop para ganar el cielo neoliberal logrando, al fin, el
autoempleo.
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