La última serie de Antena 3 para la noche de los martes es la bomba. “Bajo sospecha” es de tanto misterio, enigma y suspense que, como diría Miliki, se te ponen “los nervios nerviosos”. Hay alguna trama secundaria que puede resultar cansina, pero la principal es realmente innovadora, desconcertante y genial.
Al inicio de cada capítulo, “A
dos metros bajo tierra” y “House” jugaban al despiste con el espectador.
Mostraban una escena cotidiana en la que, inopinadamente, uno de los personajes
moría (“A dos metros bajo tierra”) o caía gravemente enfermo (“House”). “Bajo
sospecha” también juega al despiste. Al principio parece que asistimos a los
protocolos habituales del género: una niña hace de Laura Palmer (pero en versión desparecida, no muerta como en “Twin
Peaks”). La desaparición ocurre en la fiesta familiar de su primera comunión,
así que no solo todos los miembros de la familia son sospechosos, sino que,
además, van pareciéndolo. Naturalmente, una atípica pareja de policías tiene
que ocuparse del caso y no se llevan bien. Además, sorpresa, son chico y chica,
así que la inevitable tensión sexual no resuelta surge en el minuto uno. Y
justo entonces, cuando nos vamos adormilando instalados en la rutina del
género, cae la bomba y se nos ponen los nervios nerviosos.
Atención: la poli que se ocupa de
investigar el caso es una joven inspectora de policía que recibe la orden de
hacerse pasar por maestra y psicóloga para infiltrarse de incógnito en el cole
donde estudiaba la niña desparecida. Pues bien, al día siguiente la poli llega
al cole, dice hola y se pone a dar clase tras este simpático diálogo:
– “¿Quién me dice por qué página vais con doña Catalina?”.
– “Página 42, seño”.
Y ya está. A dar clase. Y luego
convoca una reunión con los padres, que para eso es también psicóloga.
Moraleja: cualquiera a nuestro alrededor puede ser un poli infiltrado. Lo tiene
más fácil que el agente Smith en
“Matrix”. Tal vez su abogado solo sea un poli en una misión. O su confesor. ¿Es
su ginecólogo o su cirujano un poli infiltrado?
No nos perdamos “Bajo sospecha” hasta asegurarnos de que dejan este cabo
suelto atado y bien atado.
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