28/2/15

CONÓCETE A TI MISMA, SANDRA

En el frente del templo de Apolo en Delfos se podía leer la inscripción “conócete a ti mismo”. Se puede ser un magnífico jugador de fútbol y un pésimo jugador de baloncesto. Se puede ser un excelente profesor de matemáticas y un horroroso profesor de lengua. Se puede ser un gran actor y un mal cantante. No pongo en duda las mil virtudes profesionales que en otros ámbitos adornan a Sandra Barneda. Se puede ser una magnífica presentadora de programas de variedades y una pésima presentadora de programas de debate político. Y Sandra Barneda, que cumplió con solvencia trabajos previos en otro tipo de espacios, al frente de “Un tiempo nuevo” no lo puede hacer peor.

Está perdida desde el primer al último minuto. Reparte las palabras de forma completamente arbitraria. Interrumpe a los contertulios al tuntún. De pronto toma partido a favor o en contra de lo que alguien está diciendo e interviene en el debate como si fuera una tertuliana más. Es incapaz de manejar los momentos en donde los debates se salen de madre. Demuestra no tener un gran conocimiento de los asuntos que se discuten. Se enfada con los participantes de forma infantil y fuera de tono -lo que hizo el pasado sábado con un contertulio refiriéndose a él como el Gruñón de los Siete Enanitos fue simplemente surrealista-. Exalta más que modera. Cambia de opinión respecto a los turnos de palabra según cuánto le estén protestando los debatientes.

Es muy probable que la inscripción del templo de Apolo tuviera un significado concreto y pegado a la vida cotidiana, bastante alejado de las anacrónicas interpretaciones actuales esencialistas y profundas. Seguramente “conócete a ti mismo” sólo se refería a la conveniencia de tener una idea correcta de las propias aptitudes para saber qué trabajo o papel social desempeñar de forma más conveniente. No es lo mismo conducir un debate sobre el nudismo en “Hable con ellas” que un debate sobre Syriza en “Un tiempo nuevo”. Sandra Barneda en Delfos quizá hubiera recibido el consejo de conocerse a ella misma un poquito mejor.

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