Necesitamos conectar. Tanta desconexión no puede ser buena. La tele está tan empeñada en que los espectadores desconectemos que su programación es un montón de interruptores apagados, de clavijas sueltas, de conmutadores en off que nos idiotizan. En serio, es tal el afán por que pasemos el día tirados en el sofá viendo cualquier chorrada para desconectar que cada vez necesitamos más desconectar de tanta desconexión.
Así que estamos de enhorabuena. Al
menos los martes por la noche, tras un día ajetreado sin parar en pos de lo
urgente, podemos terminar la jornada conectando con lo necesario gracias a que,
a esa hora estúpida de la digestión de la cena en la que tragamos cualquier
cosa, Antena 3 le ha echado valor y comenzó a emitir la semana pasada “En
tierra hostil”. ¿Una peli de acción y persecuciones? ¿Una bronca guionizada
entre Karmele Marchante y Kiko Matamoros? ¿Un tercer grado a Bárbara Rey para que fabule contando más
detalles escabrosos de su vida? No, un programa de reportajes de investigación
en el que cada semana nos conectan con la actualidad, con ese mundo que como
ciudadanos deberíamos conocer mejor, con la realidad que no se fabrica en los
platós de televisión.
“En tierra hostil” se estrenó la
semana pasada con un viaje a las miserables minas africanas donde se extrae el
coltán con el que se fabrican nuestros móviles de última generación. A ver
quién nos viene, después de verlo, con ese cuento de que los pobres para salir
de pobres lo que tienen que hacer es trabajar más. A ver quién tiene el cuajo
de decir mirándose en un espejo que no le debe nada a nadie.
Anteayer “En tierra hostil” nos
llevó al mundo del yihadismo. Una
realidad sórdida y lejana que no llama con urgencia a la puerta de nuestra casa
porque ya la tenemos dentro. Lo vimos boquiabiertos en el martes por la noche y
lo seguiremos viendo las próximas semanas varios millones de animales sociales
que no queremos acabar el día aislados en nuestras guaridas: preferimos el connecting people.
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