Aristóteles se casó con
Pitia, hija adoptiva de Hermias, tirano de Assos. Aristóteles amó tanto a esta
mujer que, según cuenta Diógenes Laercio, pidió en su testamento ser enterrado
con sus restos. Pero, tras la temprana muerte de Pitia, Aristóteles se casó con
Herpilis, madre de su hijo Nicómaco, a quien dedicaría su famosa Ética.
Aristóteles también vivió feliz con Herpilis, y en su testamento se ocupa de que
nade le falte e incluso deja para ella una casa en la isla de Eubea. Una
lamentable tradición, sin embargo, empaña las tranquilas, cariñosas y felices
relaciones de Aristóteles con sus dos mujeres inventando la seducción de
Aristóteles por parte de Filis, que le convence de que se ponga a gatas y se
deje cabalgar por ella antes de conceder al filósofo sus favores. Filis había
informado al rey de Macedonia del espectáculo, y Aristóteles se convirtió en el
hazmerreír de la corte. Todos somos Aristóteles.
Todos tenemos una serie televisiva con la que hemos vivido momentos
felicísimos y a la que amamos tiernamente, tanto que pedimos ser enterrados
junto a sus restos. Pero todos seguimos con nuestras vidas televisivas y nos
casamos con otras series con las que tenemos hijos. Por ejemplo, algunos tenemos
a “Los Soprano” como nuestra Pitia, y en nuestro testamento está escrito que
cuando llegue el momento nuestras cenizas se mezclen con las de Tony. Pero hay
vida después de “Los Soprano”, como Aristóteles tuvo vida después de la muerte
de Pitia, así que nos enamoramos de “Big Bang”, de “House of Cards” o de
“Breaking Bad” y vivimos felices con ellas como Aristóteles vivió feliz con
Herpilis. No es que Howard Wolowitz o el congresista Underwood nos hagan olvidar
a Tony Soprano, sino que la vida sigue y los grandes personajes televisivos nos
permiten vivirla mejor. Hasta que llega Filis.
Hasta que llega, por ejemplo, Carrie Mathison en “Homeland” y nos pone a
cuatro patas para cabalgarnos cuando creemos que nadie nos ve. Carrie hace lo
que le da la gana con nosotros, nos lleva y nos trae, nos ensilla, nos hiere con
sus espuelas, nos mantiene en vilo y convierte a los que caemos en sus redes en
el hazmerreír del rey de Macedonia. Quiero ser enterrado junto a Tony Soprano,
no quiero que a Howard le falte nunca de nada, pero me pongo a gatas si Carrie
me lo pide. El amor es así.
2 comentarios:
Mira, tío, me cago en tu puta madre. Tu mención de Aristóteles es, sino mala, hamartía. Hijo de puta, a ver si te mueres de un infarto viendo series en el sofá, burgués de la mierda.
Mira, tío, vuelvo a comentarte porque es que me acuerdo de ti y me dan unas ganas de ir a buscarte para meterte una guatá bien metida, para que aprendas a no jugar con cosas serias, demonio, pillo, ignorante de la vida. A ver si te vas a ver 300 con tus amigos y dejas en paz a la gente que sí sabe (como yo). Además, seguro que eres un gordo de mierda.
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